14 octubre 2010

12 octubre 2010

Me lo van a permitir...

Me lo van a permitir... toda vez que esto se ha convertido en terreno yermo desde que el 25 de agosto publicara mi última entrada, este blog celebra el día de todos los españoles, de allende y aquende los mares, poniéndose al día de algunas de las cosas que han ocurrido en estos 46 días sin escribir, en una sola entrada:

1. En primer lugar, por trascendencia e importancia, una cuestión personal acaecida en el seno de mi familia que deseaba compartir. Volvía yo de pasar unos días de verano en aquellas tierras de conquistadores y artistas cuando mi hermana me pidió que me sentara. Iba a darme una noticia que, para qué negarlo, no creí en un primer momento. Un par de semanas después conocí a las que hoy son también mis hermanas, las Clarisas de la Aguilera. Grabado a fuego en el corazón el jueves en que mi hermana se puso por primera vez el hábito, aún sin velo, de postulante; las lágrimas de despedida de la familia, la Gracia de Dios vivida y palpada en un lugar en el que la Alegría de tener a Dios desborda con la fuerza arrolladora de la juventud, pureza y verdad de la Iglesia. En Lerma y en la Aguilera se vive algo muy extraordinario y ordinario al mismo tiempo. Vi lo extraordinario de sentirse empapado de Amor a Dios y no poderse resistir a confesarse y comulgar mejor que nunca. Y ordinario por estar al alcance de todos el vivir la Gracia de Dios, porque la Iglesia, que es Madre, nos lo da todos los días. Y no digo más porque, aún así, se quedará corto. Rezad por ellas. Ellas han dado su vida, por Cristo, por vosotros:


2. Y de las hijas de Santa Clara de Asís, pasando por los franciscanos y el monasterio de La Rábida, es menester recordar que hoy, 12 de octubre, pero de 1492, se sembró la semilla de una de las páginas más grandes de la historia de España. Nuestra patria, forjada en siglos de reconquista contra el moro que profanaba nuestro suelo, sintió que el Amor que portaba se quedaba corto en Granada (y mira que Granada es mucho Granada); quiso Dios que su corazón y fuerza Evangelizadores continuara la labor civilizadora rescatando a los subyugados de Moctezuma. En el Teocalli donde residían los ídolos sanguinarios de la barbarie, se alzó el estandarte Misericordioso de Nuestra Señora. Colón, Cortés, Pizarro o Blas de Lezo, que pintaron las páginas más épicas y gloriosas, comparten protagonismo con el indio Juan Diego, a quien la Emperatriz de las Américas eligió en su humildad y sencillez para fundar una sola familia, la de la Hispanidad, tan maltrecha hoy. Grandeza y gratitud se siente al pisar la Plaça de Colom, en Barcelona, la Plaza de Colón, en Madrid, o la Columbus Square, a las faldas de Central Park, en pleno corazón de Manhattan. España fue grande, y puede volver a ser grande si recordamos por qué Dios nos eligió para tan loable empresa.

3. Precisamente en América, todavía en muchos lugares llevan como reflejo de su identidad, aunque quizás olvidada, el estandarte que traían aquellos españoles deseosos de servir a la Dios y a la humanidad. Mirad las banderas de Alabama, Florida, de Vitoria, de las ciudades de Sucre (Bolivia) y Valdivia (Chile) y tenéis la bandera del Imperio español: la Cruz de San Andrés. Y ese mismo nombre, el de Cruz de San Andrés es el de la Asociación de la que quiero hablar, he incluido en los enlaces del blog y me adherí en cuanto la conocí, recién puesta en marcha y tras leer el magnífico Manifiesto fundacional. Se dice en él, sin complejos absurdos y desfasados, que son una asociación en defensa de la Vida y la Familia desde la "Doctrina Social de la Iglesia, porque consideramos que es en los modelos de convivencia que dicha doctrina propone, donde encontraremos las fórmulas que nos permitan crear en España un marco social idóneo para el desarrollo integral de las capacidades de todos y de cada uno de los seres humanos que integran nuestra patria, sean o no cristianos". Doy gracias a los promotores por una iniciativa que, personalmente, echaba de menos en el panorama pro-vida español, pues tantas veces se cae en la red tramposa del "es más lo que nos une" que se diluyen los fundamentos y los principios en un vergonzante sincretismo que únicamente obra al servicio del laicismo y el relativismo, debilita la lucha por la vida y la familia al silenciar a su Creador y se crea un falso sentimiento de avance que engaña a tantísimas personas de muy noble y sincerísimo trabajo que ponen en ellas su (E)speranza. La salud moral y social de España necesitaba de esta asociación, por lo que le hacemos una humilde promoción.

4. Hablando de salud moral y social de nuestra patria, algunas palabras quería dedicar al asunto "Ramos": ya sabéis, lo de "te contesto en andaluz". No sé si os habéis encontrado alguna vez con una puerta fuera de quicio. Uno tira para abrirla y se le cae encima de forma estrepitosa. De ahí la expresión popular. Pues bien, por resumir, el tema de las lenguas españolas es como la puerta fuera de quicio, que cada vez que la abrimos se nos cae encima haciendo un ruido tremendo, hasta que se rompa del todo. Mi opinión es que Ramos quedó como un cateto e ignorante insultante. Pero bien, lo suyo, que no tiene estudios, tiene un pase; no lo tiene lo de tanta y tanta gente "leída" que ya le tiene por héroe nacional. Después, los necionalistas catalanes ahora tienen a Ramos por un peligroso "fascista". ¿Alguien en sus cabales entiende por qué lo del quicio? A ver si nos enteramos: el catalán es una lengua tan nuestra, tan española, como el acento andaluz. Que lean a Mossèn Verdaguer, a ver quién le gana a españolidad. U otros más recientes que descubrieron la falsedad nacionalista, como Josep Pla (hasta ser silenciado sectariamente por la izquierda más totalitaria). Renunciar a ello es abrazar el nacionalismo. Cuando un secuestrador retiene a un rehén, los allegados de la víctima no insultan al rehén, lo quieren rescatar. Pues eso, que el nacionalismo secuestrador y excluyente no nos haga perder ni un ápice de nuestro amor y admiración por uno de tantos tesoros que tiene nuestra patria española: la lengua catalana. Reivindiquémosla y la hagamos enseña de lo profundamente nuestro y patrio, junto con el gallego, el español de todos y universal, o el vascuence, única lengua que hablaban muchos de aquellos carlistas que dieron su vida por España.

5. Por ser catalán e impulsor del desgraciado "estatut", algunos en mi entorno social y profesional se han extrañado de que fuera el otro día a ver el documental "Bicicleta, cuchara, manzana". Este documental, con la excusa de ver el desarrollo y avance de la enfermedad del Alzheimer en Pasqual Maragall, se traslada a la India, a Holanda y a EEUU, se acerca de un modo humano a las familias que lo sufren y al estado científico de la investigación contra la enfermedad. Reconozco que soy muy sensible a este mal degenerativo, sin razón particular para ello. El único caso cercano fue el abuelo de una amiga mía, pero de alguna manera siempre me ha impactado cómo el Alzheimer se va quedando con lo más irrecuperable e intransmisible del paciente: la memoria, los recuerdos, la identidad. Y el sufrimiento de las familias, de la mujer, del marido, los hijos, que ven en su esposo/a únicamente un cuerpo que ha escondido su alma. Me impactó que Maragall anunciara que la padecía, hace tres años. Él, un "enemigo" a las antípodas de lo que creo y defiendo, se convirtió en una persona en toda su debilidad, y su perfil político, aunque presente en un documental centrado en su persona, ha de quedar necesariamente a un lado. El documental pienso que merece la pena, como merece la pena gastarse dinero en financiar la Fundación que crearon para la investigación que ya afecta, y avanza, a millones y millones de personas en todo el mundo. En Madrid se puede ver en los cines Verdi, en Bravo Murillo (Metro Canal, L7).

Os dejo con el tráiler: