31 marzo 2009

La defensa de la Vida y Dios


El domingo asistí con un grupo de amigos a la concentración por la Vida en Madrid. Independientemente de quién lo organice, y al margen de otras consideraciones, un evento de este tipo sirve para muchas cosas. Entre mis favoritas está el hecho de que puede dar pie a charlar de ciertos temas con un poco más de atención y profundidad, lo que sirve para mi propia formación y, ¿por qué no?, para poder aportar mi punto de vista que quizás ayude a quien me escuche. En esta ocasión, surgió el debate sobre la conveniencia o no de proclamar a Dios en medio de una multitud en la que podían converger distintos fundamentos para la defensa de la Vida, creyentes o no. Por lo que parece, no es un tema que genere todo el consenso que yo esperaba. Adelantaré mi postura, que es la de ser firme partidario de una proclamación pública y sin complejos de Dios en la defensa de la Vida.

Ante ello, se me opusieron ciertos argumentos, la mayoría de los cuales yo defendí en el pasado, por lo que no me son extraños y comprendo el por qué se dan:
  1. Convencer con la razón: Visto el rechazo que la argumentación religiosa levanta, mejor es dejarla de lado y basar la defensa en la Vida en razones de puro sentido común y científico;
  2. No "mezclar las cosas": Dado que nos encontramos en un estado “aconfesional”, tal proclamación no sólo estaría de más, sino que estaríamos actuando en forma de “guetto” en el que prácticamente expulsamos a quienes no comparten nuestro modo de ver las cosas desde la fe.
  3. Unidad (para ser más): Es mejor dejar de lado lo que nos separa a los defensores de la vida y juntarnos en lo que nos une.

A lo largo de los años, yo mismo me he ido dando cuenta de qué argumentos invalidan tales posiciones. A día de hoy, considero que tratan muy mal a Dios y parten de una ilusión que no sólo se ha demostrado errónea a lo largo de la historia, sino que ha perjudicado la causa enormemente allí donde se ha llevado a cabo. Es el creer que la razón solamente y la argumentación científica por sí sola son suficientes y conseguirán algún efecto, más allá de casos particulares y excepcionales.

Toda vez que son numerosas las razones por las que considero que en la defensa de la Vida se debe proclamar primero a Dios, procederé en los siguientes tres días a esbozarlos, en función de los tres grupos de ideas reflejados anteriormente. Por supuesto, que si me dejo algún argumento en el tintero (tanto en uno como en otro sentido) les invito a la participación:

GRUPO 1: “Callarse” la proclamación pública de Dios para ganarse “adeptos” (evitando el rechazo que genera) incluso con el argumento de poder así “salvar vidas” (en el caso de que se consiga, que está por ver), adolece a mi juicio de los siguientes defectos:

  • Es debilitar el argumento de la Vida, puesto que el más firme y fuerte argumento de la misma es Dios. Sin Dios ni Verdad objetiva, nada me impide considerar una vida humana inferior o supeditar su existencia a otra serie de consideraciones.
  • Aun no siendo verdadero mi argumento anterior, y consiguiendo el “objetivo” querido con ello, estaríamos nosotros mismos devaluando infinitamente (tanto es lo que “vale” Dios) la Vida humana, desgajándola de su fuente última y primera: Dios. Así, aunque consiguiéramos salvar a todas las vidas fecundadas, no ganamos nada si, por el silencio de Dios, les robamos lo que les da verdadero valor. Conseguir una sociedad con 100% de embarazos llevados a término, sin Dios, es como una vida sin sentido, sin norte, sin Vida Eterna.
  • No estaríamos aprendiendo nada de Jesús, que al predicar su doctrina provocó la reacción de las gentes (San Juan 6, 60-69), que dijeron: “¿Dura es esta doctrina: ¿Quién puede escucharla?”. El propio Evangelio nos cuenta: “Desde aquel momento muchos de sus discípulos volvieron atrás y dejaron de andar con Él”. Menos mal que San Pedro tuvo, en esa ocasión, las cosas claras: “Tú tienes palabra de vida eterna”.
  • Estaríamos colaborando a un proceso de progresiva “gentilización” de los católicos que consideran la argumentación religiosa una “necedad”. Dice San Pablo (I Corintios 1, 23) que predicar a Cristo crucificado es “necedad para los gentiles”. Conviene que no nos perdamos y restemos valor a lo que de verdad la tiene: “Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres (I Cor. 1, 25).”
  • También tenemos el argumento de la utilidad (“por sus frutos los conoceréis” y “El árbol sano no puede dar malos frutos, ni tampoco puede el árbol podrido dar buenos frutos”, S. Mateo 7, 15-20). En primer lugar, la experiencia nos demuestra que sólo los argumentos de la fe llevan a cambios profundos en la sociedad en defensa de la Vida. Por el contrario, allí donde se calla a Dios nada se consigue. Ahí tenemos los ejemplos de Estados Unidos, que después de más de 25 de años de aborto, ha conseguido rebajar los índices de comisión de abortos hasta niveles de 1973, y nadie puede negar que la proclamación pública de Dios ha jugado un papel esencial, aunque no todo se haya hecho bien y falte mucho camino por recorrer. Con mayor urgencia, además, tras la victoria de Obama. También tenemos, a este lado del Atlántico, el progreso conseguido desde hace años en un país como Polonia, o la resistencia de la vida en Irlanda, donde curiosamente, algo tendrá que ver que su constitución comience “En el nombre de la Santísima Trinidad, de donde proviene toda autoridad…
Mañana y pasado: "Mejor no mezclar las cosas" y "más vale que nos unamos todos los que defienden la Vida"

Por cierto, que les recomiento muy encarecidamente esta entrada de hoy en el blog de D. Manuel María Bru Alonso titulada "Falso dualismo", del que extraigo lo siguiente, que me viene al pelo para este tema:

"(U)na causa profunda del ocaso del pensamiento católico consiste en la aceptación de un dualismo que divide la realidad humana, social, y cultural en dos planos, uno natural y otro sobrenatural."

23 marzo 2009

Ser Libre Hoy

Dado que este va a ser mi segundo escrito en el nuevo blog, permítanme que dedique unas palabras a explicar el por qué del título. Con “ser libre hoy” he querido expresar un par de ideas. La primera de ellas ha sido la de no querer utilizar la palabra “libertad”, pues de libertad se habla mucho y poco se entiende. Socialistas, liberales de uno u otro signo, ansían la libertad. Las ideologías hablan de una libertad abstracta. La identifican unos con la ausencia de dogmas. Otros hablan de partidos políticos y elecciones cada cuatro años. Al final, tanta abstracción nos desvía de lo fundamental, que es ser, de verdad, uno por uno, verdaderamente libres. De ello nos podría haber librado (nunca mejor dicho) el recordar que Jesucristo no habló tanto de libertad, como de personas libres.

Por mi parte, que no pretendo sentar cátedra de nada ni fundar o apuntalar ideología alguna para alterar la realidad, sino que la intento aceptar tal cual es, me doy cuenta de que la “libertad” es algo así como poder conducir un coche. El coche mismo le permite a uno mismo moverse, pararse, correr más o menos, etc. Pero tiene una función muy clara: que es trasladar personas, permitir a alguien que esté en un lugar, trasladarse de modo efectivo hacia donde uno quiera. Sí, lo entiendo de esta manera, igual que entiendo que para ello necesita de una carretera o un camino adecuado. El coche, un instrumento buenísimo, no vale para cualquier cosa ni para andar por cualquier superficie. El coche corre, es confortable y sirve a nuestro propósito cuando acepta que ha de ir por la carretera que él no ha construido. La carretera, que es el camino, es también una metáfora de la verdad. La libertad sin verdad no sirve, se estropea y acaba por desaparecer. Esto no es ideología, no se realiza en un futuro, no espera la revolución para materializarla en una utópica sociedad que construiremos, sino que se materializa en el aquí, ahora, hoy mismo.

¿Y cómo alguien puede ser libre? Él, que tanto gustaba de parábolas, habló esa vez de forma muy clara: “la verdad os hará libres” (Jn 8,32). Y ¿qué es la verdad? “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6) nos dice también.

Por todo lo dicho, “ser libre hoy” me parece una buena síntesis de lo que querré expresar a lo largo de la vida de este blog. Hablaremos de libertad, sí, pero sobretodo de cómo ser libre hoy.

20 marzo 2009

Km. 0

Errare humanum est”, “rectificar es de sabios”, etc... La verdad es que podría acogerme a numerosas enseñanzas de la sabiduría popular para justificar mi cambio de opinión respecto de la decisión de abandonar el mundo de los blogs. Lo cierto es que me mueve a ello, primero, lo que he echado de menos poder escribir y dar una opinión acerca de lo que veía suceder en España y en el mundo (que vaya tela); segundo, los ánimos que algunas personas me han dado para que lo retome, bien por suponer (muy exageradamente) que esto no se me da mal del todo (subrayo lo de “del todo”), o bien por arrimar el hombro con todos aquellos que día a día intentan poner algo de luz en esto de la blogosfera y de la opinión en general. Especialmente esta última razón, de mayor peso, fue la que no hace mucho se nos daba a un grupo de profesionales, católicos todos, para que, aun con las limitaciones de cada uno, colaboremos en la formación de nuestro entorno en una opinión que, aunque personal, esté impregnada de una firme voluntad de ser fiel a Jesucristo y su Iglesia. A este respecto, los Papas también han sido muy claros.

Pues como hijo obediente que pretendo ser de la Iglesia, aquí estoy. Quiero, de todas formas, empezar un nuevo período. El anterior cubrió la etapa de mis últimos años universitarios. Ahora quien les escribe es un joven abogado con ganas de seguir aprendiendo y trabajar muy bien. “
Siempre Avanzando” fue mi primer proyecto serio de blog y cometí algunos errores: por ejemplo, a nadie le apetece estarse un buen rato leyendo lo que un mindundi cualquiera escribe en su blog, muchas veces de modo infumable. Así que ahí va mi primer propósito: mayor concisión y mayor frescura (intentaré intercalar más vídeos off-topic, síntesis, sencillez, que no simpleza, etc.). También el enfoque general es distinto, de ahí el cambio de nombre. Supongo que todo ello ya se irá viendo. No quiero en mi primer escrito incumplir mi propósito, así que no digo nada más, y les invito a la paciencia conmigo. Espero aportarles algo. Y si no, las visitas lo dirán todo.