25 enero 2012

El matrimonio: comentarios a algunas propuestas

Últimamente se ha hablado de la familia y el matrimonio en lo que podríamos denominar “ámbito provida” a raíz de una iniciativa, a mi juicio desafortunadísima, del Foro de la Familia (“FF”), que ha propuesto la inclusión en nuestra legislación de una ley que ampare la existencia de “un matrimonio alianza que promueva y ayude a afrontar los conflictos matrimoniales con ánimo de superación, sin apostar por la fácil ruptura”. Y digo desafortunada, pero bien podría decir que poco rigurosa e incoherente. También he de decir que, mucho más valiente, comparto lo esencial del matiz de la Asociación Cruz de San Andrés (“ACSA”) y animo a sumarse a la iniciativa. No obstante, humildemente propongo una pequeña crítica constructiva o, si se prefiere, un matiz al matiz, que en el caso del FF es casi una reconvención y en el de ACSA un complemento creo que necesario. Me explico, por partes:

Parto de la constatación de la media mentira que nos lanza el Código civil (cada vez más incivil) sobre el matrimonio y los preceptos donde se hace referencia al mismo cuya “forma de celebración” es religiosa: artículo 49, y los de la sección 3ª del capítulo III del Título IV, donde el Código incurre en la ambigüedad (que lo es para quien no esté atento), de hablar en el artículo 60 de “matrimonio celebrado según las normas de Derecho canónico”, pues éstas aplican únicamente en cuanto a forma en la que se presta el consentimiento, y para nada más. En España, por tanto, sólo existe un matrimonio, el civil, con distintas maneras de “celebración”. Muchos más preceptos ayudan a corroborar esta idea, y sobre todo los artículos 44 (que otorga los mismos efectos cuando ambos “contrayentes” sean del mismo sexo) y el 85, que establece que “el matrimonio se disuelve, sea cual fuere la forma (…) de su celebración (…) por el divorcio”, que son frontalmente incompatibles con las normas de Derecho canónico.

Las consecuencias de esta gran mentira que es la existencia una “forma religiosa” de celebrar un matrimonio, por muchos efectos civiles que se le reconozcan ha sido el verdadero Caballo de Troya jurídico contra el matrimonio en España ya que ha creado la ficción de la existencia de un matrimonio religioso, pero sin sus verdaderos efectos, pues (in)civil es su regulación jurídica. Una intromisión en toda regla del derecho civil sobre el canónico, al que deja en indefensión. Tanto como si se aboliera el secreto profesional y se obligase a los sacerdotes a violar el Secreto de Confesión.

Por consiguiente, y acabo, la reforma urgente y de mínimos que necesita España es el pleno reconocimiento por parte del derecho civil del Código de Derecho Canónico para quien opte por este ordenamiento jurídico como regulador de su matrimonio. Es decir, coherencia. Quien opte por el matrimonio “por la Iglesia” queda vinculado por el derecho que lo regula, debiendo el estado permanecer escrupulosamente respetuoso con su regulación y elementos esenciales (indisolubilidad, complementariedad de los esposos Hombre y Mujer, etc.). Otra cosa, me parece a mí, es marear la perdiz y perderse en fórmulas complicadas que no hacen sino arrojar más sombras que luz sobre el asunto.

18 enero 2012

Le llamaban don Manuel, nació en España...

Acababa mi última entrada con una reflexión sobre la capacitación intelectual, profesional o técnica y la idoneidad para asumir puestos de responsabilidad en los asuntos públicos. Y mira tú por dónde que ayer España despidió a Manuel Fraga Iribarne - don Manuel, como ahora se apresuran todos a llamarle-.  Dotado, sin duda, de una gran inteligencia, capaz, trabajador, eficiente y eficaz en casi todo lo que hizo, la sombra de Fraga siempre fue alargada. Dirigió el ministerio de Información y Turismo cuando Franco todavía regía los destinos de una España que se echaba en los brazos de unos tecnócratas que, se quiera ver o no, pusieron las bases de la España que para bien y (también) para mal, hoy tenemos y contra los cuales el mismo Fraga acabó enfrentado. Y es que para los de mi generación, los que crecimos con un Fraga casi anciano y en galego si por algo le tuvimos fue, al menos, como repartidor de exabruptos. No en balde soy de la generación cuya selectividad ya incluía la pregunta sobre Manuel Fraga.

Su legado es variopinto, desde el Spain is Different! que ha llegado hasta nuestros días, su gestión como presidente de la Xunta de Galicia, no sólo en las infraestructuras, sino en sus políticas exterior y lingüística, o la propia Constitución que-nos-hemos-dado en cuya redacción tuvo su parte. Pero en lo que quizás haya sido más decisivo fue en ser el canalizador de toda una parte de España, en su mayor parte tradicional, hacia lo que hoy se denomina como el centro derecha español. En efecto, Fraga es el padre de la derecha política española, esa misma mitad del espectro electoral que hace posible el sostenimiento de un sistema que permite y alienta en su seno la matanza tantos inocentes aún no nacidos, la desnaturalización de la familia mediante ataques como el divorcio y la equiparación jurídica al matrimonio de las uniones de personas homosexuales.  En definitiva, Fraga fue y ha sido el artífice del secuestro de una parte del pueblo español que, infectado por aquel síndrome nórdico, se hace el sueco entregando su destino a su mayor enemigo. Y como no quiero en esto pasar por críptico, dejaré clara la paradoja de que el pueblo español, esto es, el católico, entregue elecciones tras elecciones su entusiasta apoyo a la apisonadora que alisa el camino al fijar la gravilla que la izquierda esparce por la carretera hacia el abismo social. Porque ese y no otro es el papel del PP en el sistema político hodierno: el asentar, pulir, mejorar y allanar las reformas que la izquierda marca y deja a su paso. En efecto, tras el paso de la izquierda por el gobierno, el camino parece pedregoso y hediondo, como  aquel sobre el cual se ha derramado la grava para fijar el asfalto. Pero es la derecha quien con su máquina pesada asienta y refuerza la carretera reluciente cual autovía recién estrenada. Pues bien, este artificio, señores y señoras, es obra de Fraga.

Fraga, camaleónico como el Abad Sieyès, en fin, se vendió como el político aperturista en la dictadura, conservador en la transición, galleguista en su tierra e impulsor de Ruiz-Gallardón. Su coherente proyecto de un partido centroderechista, esto es, apisonadora de la autovía del progreso, mantuvo un firme itinerario que ha llevado al Partido Popular a una mayoría absoluta merced a los votos de quienes se oponen a las políticas que va a conseguir perpetuar en España. Y si tamaña fue su grandeza como intelectual y trabajador nato, tan gran verdad es, pues, aquel latinajo que decía: corruptio boni, pessima! La corrupción de lo bueno, es lo peor.

Dios le tenga en su Gloria.