31 octubre 2011

Más allá del Jalogüín (I)

A partir de esta noche entramos en la vigilia de Todos los Santos y, paradójicamente, comienzan a aparecer por doquier personas que van por la calle con extraños atuendos, siniestros vestidos (vestidos que son siniestros y siniestros que van vestidos) y los locales de todo tipo (pubs, restaurantes y centros comerciales) tímidamente al principio, sin descaro en la actualidad, se "customizan" para la ocasión: es Jalogüín o, siendo fieles a su origen, Halloween.

Confieso mi aversión a esta "celebración". El año pasado fui invitado a una fiesta a la que me negué a ir a pesar de que asistirían muchos de mis amigos, y mi plan se limitó a ir a un restaurante vasco de pintxos con mi novia, la acompañé a su casa y, de vuelta a casa en metro, el espectáculo era dantesco, por esperpéntico. Confieso también que no sé qué pensar sobre su origen: Juanjo Romero asegura que tiene origen católico, y yo no tengo elementos para poder dudarlo. Como tampoco pienso que hay que desoír las advertencias del Episcopado de Hispanoamérica (donde su práctica está más extendida) o el español. Lo que tengo claro son dos cosas: que la fiesta, hoy, es pagana (y con un punto de esoterismo) y que no es española. Y esto último es lo que quiero comentar.

A pesar de mi juventud, lo de Jalogüín me parece algo totalmente extraño, algo en lo que nunca en mi infancia participé. Haciendo memoria, creo que la primera referencia a la que llego en las profundidades de los recuerdos de infancia, es la película E.T., donde al pobre alien disfrazan para no ser descubierto. Pero en los últimos años (¿cinco?, ¿seis?) si bien se viniera ya celebrando con anterioridad, Jalogüín comienza a ser algo totalmente extendido y normal, en colegios católicos, privados, públicos, laicos, etc., abrazando una moda que nos es ajena, desarmados de un escudo y madurez cultural que nos permita españolizar el evento y olvidándonos pronto de lo que por generaciones hemos celebrado. 

Y aunque no es plan de mantenerse hermético ante lo extranjero (sería caer en un paralizante nacionalismo), lo que sí es cierto es que la tendencia mundial (y europea en particular) a la homogeneización cultural parte indudablemente de la pérdida de las raíces culturales y espirituales que han sentado las bases de las patrias que formaron la Cristiandad, afectando a cuestiones tan dispares como la integración de los inmigrantes, como al rumbo de la política exterior. En definitiva, la apertura necesaria a lo ajeno debe partir de una afirmación consciente de lo propio. Sólo desde una personalidad propia puede uno enriquecerse y enriquecer. Y en estas estamos: mientras España no redescubra su Fe, como fuente creadora de civilización y cultura que fue, el rodillo de la globalización uniformadora nos aplastará. Y Jalogüín, en lugar de integrarse como una oportunidad de acercarse al fenómeno natural de la muerte que la sociedad hedonista lucha por evitar, se convertirá en la noche de los espíritus malignos que andan por el mundo tratando de perder a las almas

Yo, por de pronto, me encomiendo a Todos los Santos, que falta me hace. A tanto santo que no tiene lugar en el calendario pero que vivió su vida como María, con santidad callada, divinizando el día a día con su quehacer cristiano, discreto y entregado, sin laureles, sin estigmas, sin milagros, dedicando una vida que no es nada, si no nos lleva hacia la Vida, cuya puerta es la muerte. Sí, la muerte.

12 octubre 2011

En el día de la Hispanidad


"Cuando yo le hablaba de Guzmán el Bueno sacrificando a su hijo en aras de la Religión y de la Patria; cuando le contaba las proezas del Cid Campeador; cuando le encarecía los talentos de Alfonso el Sabio; cuando le pintaba el noble esfuerzo de Pelayo y le describía la sublima cueva de Covagonda; cuando le encarecía los actos de justicia de D. Pedro I; cuando le presentaba a los Reyes Católicos concluyendo con el islamismo y amparando a Colón; a Carlos V venciendo al Rey de Francia en Pavía; a D. Juan de Austria en Lepanto; a Felipe II viéndose retratado en El Escorial; a Felipe IV rodeado de poetas y pintores; a Felipe V conquistando con su valor el corazón de los españoles, ¡ah! Entonces sus ojos negros brillaban, sus mejillas se encendían y, poseído de un entusiasmo que le hacía presentir la gloria, «¡Qué hermoso es ser español!», exclamaba."

El tutor del joven (tenía unos ocho años) D. Carlos de Borbón y Austria-Este, futuro Carlos VII, Francisco Ignacio Cabrera y Aguilar a su pupilo, recogido en el libro “Carlos VII, Duque de Madrid”, del Conde de Rodezno.

04 octubre 2011

Como les iba diciendo...

Dejaba soltar en mi anterior entrada que era inminente comentar el libro Requetés... que recién me había terminado. Y ya va a hacer mes y medio que no actualizo el blog. La explicación es bien sencilla toda vez que no preví mi mudanza y cambio de casa. El caso es que llevo mes y medio sin TV ni internet, lo cual es una experiencia que contar. A fuer de ser sincero, reconoceré que dicha abstinencia no es tal: ratos sueltos en el trabajo y en la Blackberry, por donde sigo actualizando twitter.

No obstante, me copié e imprimí para leer con fruición las cuatro entradas que Firmus et Rusticus ha dedicado a la monarquía parlamentaria como ficción y como mal, heredado de los estragos causados por la Revolución. Lo cito para que el lector que me lea y no lo haga del mencionado blog, lo haga recomendadísimo por mí. Asimismo, habré de contar que estar en casa y no tener TV me ha permitido aprovechar mucho más el tiempo. Por ejemplo, me le leído en este tiempo “El Silencio de Dios” de Rafael Gambra –extraordinario-; “El Carlismo” de Jordi Canal –bastante prescindible-; y “Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI”, recopilación de textos del argentino Leonardo Castellani  realizada por Juan Manuel de Prada –interesante-. No prometo  entradas ad hoc porque si es verdad el dicho de que “si quieres hacer reír a Dios cuéntale tus planes” conmigo debe de divertirse muchísimo. Valgan por el momento los tres adjetivos que he soltado en este párrafo.

Como eventos, tuve la suerte de asistir, gracias a Séneka y a D. Quijote, al Foro Alfonso Carlos I en el que este año se trató del tema del momento: la economía, los errores que nos han hecho caer en esta espantosa crisis que nos atenaza, todo ello desde la Tradición y la Doctrina Social de la Iglesia.

Y, last but not least, asistí a la presentación en Madrid el nuevo libro “El carlismo en Castilla-La Mancha (1833-1875)”, de Manuela Asensio, presentado por Luis H. de Larramendi y por el historiador Bullón de Mendoza. Dado que por parte de padre la familia es fundamentalmente manchega, y de abuelo materno con raíces en Cuenca, mi interés era evidente. Leyéndolo estoy.

Nada más por hoy, que encantado de volver a saludarles, perdonen si no he contestado a algún comentario y espero volver pronto.