30 diciembre 2013

Un lugar de La Mancha: Santa María la Mayor (Alcázar de San Juan)

Cerro de San Antón, ¿los molinos del Quijote?
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre bien me acuerdo, nacieron muchos de mis ancestros. Este lugar es Alcázar de San Juan. Y en él, antes que mis ancestros, vivieron íberos y romanos, luego visigodos y musulmanes, hasta que tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212) pasó a ser definitivamente cristiana. Haber nacido en tierras valencianas y vivido gran parte de mi vida posterior en Madrid no me ha acercado lo suficiente a este enclave manchego donde vieron la luz (y se apagaron) tantos antepasados míos. Pero nunca es tarde para dejarse sorprender por unas tierras tan ricas en historia como olvidadas y estereotipadas. Las tierras de la Mancha son las tierras de Don Quijote, pero también tierras de las antiguas órdenes militares. Alcázar en particular, pertenece al denominado “Campo de San Juan” por haberse encargado esta Orden Hospitalaria (Orden de Malta) de su repoblación tras la reconquista.

Santa María la Mayor (s. XIII)
Anduve estos días navideños en familia por Alcázar, cuando acudí con mi mujer a Santa Misa a la parroquia más antigua de la villa (que lo es por privilegio del rey Sancho IV de Castilla) y de toda la actual provincia de Ciudad Real: la Iglesia parroquial de Santa María la Mayor. Y de este pequeño enclave es de lo que quiero hablar, pues ella sola basta y sobra para toda una entrada de blog (larga) y para visitar Alcázar. Aunque haya quien piensa que la antigua mezquita (y templo visigodo con anterioridad) que se asentaba fue antes un templo romano dedicado a Hércules (a juzgar por los yacimientos encontrados) e incluso un templo íbero dedicado a la diosa Ana, lo cierto es que reconquistado el antiguo Al-Kasar, dicho templo fue reconstruido siguiendo el gusto románico de la época, en planta basilical de tres naves, y erigida en parroquia en 1226 por decisión del Arzobispo de Toledo Fray Rodrigo Jimenez de Rada. Su actual arquitectura es, sin embargo, un interesante producto de las vicisitudes de España y de La Mancha. En Santa María han dejado huella los visigodos, los almohades, el arte medieval (románico y gótico), la Orden de San Juan, la batalla de Lepanto, el supuesto bautismo de Don Miguel de Cervantes, la guerra de la Independencia, la guerra civil y la reforma litúrgica postconciliar tras el Vaticano II. Intentaré resumir toda esta amalgama histórica.

El entorno de la iglesia de Santa María: el torreón del Gran Prior

El entorno en el que se encuentra es el centro histórico de Alcázar, a la sombra de la llamada Torre del Gran Prior (del Priorato de Castilla y León de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, que fuera torreón de la antigua fortaleza almohade y luego palacio de la Orden). Como curiosidad, esta torre (que se puede visitar) hace las veces de campanario pese a no formar parte de la construcción de la Iglesia, dado que el campanario acabó derruyéndose tras las secuelas del terremoto de Lisboa de 1755 que se dejó sentir en la zona y que la dañó irreparablemente. Rodeando la iglesia, todavía se puede apreciar el antiguo ábside románico que se deja ver detrás de construcciones más recientes.
 
Torreón del Gran Prior (D. Juan José de Austria)


El interior de Santa María: románico y adiciones posteriores


Dentro de la Iglesia podemos encontrar columnas y frisos visigodos o yeserías almohades. La capilla del Santísimo fue originariamente dos capillas independientes, una gótica y otra renacentista, de la que dan testimonio tanto los dos arcos de entrada como las bóvedas que les ponen techo (crucería gótica que, por cierto, encontramos en todo su esplendor en la otra iglesia antigua de Alcázar: San Francisco, pero que dejaremos para otra ocasión su comentario). Como anécdota del paso de la historia, la capilla renacentista, dedicada a la Virgen del Pilar, fue antiguamente un mausoleo de don Antonio de Zúñiga y Guzmán (Prior de la Orden en el siglo XVI), que los franceses saquearon y destrozaron en su funesto paso por suelo patrio. En los diferentes laterales y en el altar mayor, veremos arte barroco y rococó de diferentes matices y evolución artística. El retablo es obra de los hermanos Barroso: Pablo (escultor) y Miguel (pintor de cámara de Felipe II en el Escorial), pudiendo encontrar también pinturas del discípulo de Murillo en 1756, Guzmán de Vicente (o de
Frisos Visigodos encontrados en Santa María
Bicente, como está firmado el cuadro, esquina inferior izquierda). Finalmente, en el Baptisterio y coro podremos ver la reja de madera que se salvó de la quema por los pacíficos milicianos que se llevaron, sobre todo, el antiguo coro, sillería y facistol situados unos metros más adelante y donde los canónigos del cabildo de San Pedro y San Pablo se situaban durante el rezo de los oficios litúrgicos. Por cierto, y a este respecto, como algún avezado lector se habrá percatado, Santa María fue colegiata, por bula del Papa Paulo III en 1537. Como decía, en la guerra civil del 36 desapareció, salvándose solo la reja que actualmente da entrada al Baptisterio donde se guardan unos frisos visigodos y donde todavía queda testimonio de la antigua puerta por la que se accedía al campanario.

La Batalla de Lepanto y la Orden de San Juan

Dejo para más adelante el asunto cervantino, tan interesante y asombroso, porque hablar de una iglesia que se llame Santa María y no hablar de la Virgen valdría para tacharme toda esta entrada, y es que la Madre de Dios preside la parroquia bajo la advocación del Rosario, a la sazón alcaldesa perpetua de Alcázar de San Juan. Tras la figura de la Virgen se vislumbra y se puede acceder a un precioso camarín de estilo rococó de fuertes reminiscencias andaluzas (seguramente mucho tiene que ver la presencia de los Hospitalarios de San Juan en tierras sevillanas, como en San Juan de Aznalfarache y otros pueblos de la zona) y azulejos que de modo prácticamente cierto son de Talavera, aunque no falta quien sitúe su origen en Portugal. Pues bien, a más de uno le podrá sorprender que la Virgen, siendo del Rosario, no tenga en sus brazos a su Divino Niño y sin embargo esté con las manos juntas en oración. Y es que la primera advocación en esta iglesia fue la de la Asunción, tan abundante en La Mancha. Aquí es donde la historia universal vuelve a dejar su huella en Alcázar a través de la Orden de San Juan. Y es que en Lepanto, la galera Santa Cruz, bajo el estandarte de Nuestra Señora y comandado por los hospitalarios sanjuanistas, terminó la batalla ilesa. Como es sabido, el Papa Pío V pidió a toda la Cristiandad el rezo del Rosario y, tras la victoria el 7 de octubre de 1571, se instituyó la fiesta de nuestra Señora del Rosario el primer domingo de octubre, siendo que en los territorios controlados por la Orden de San Juan, y Alcázar obviamente lo era, por decisión de sus priores se pasó a venerar a la Madre de Dios bajo esta advocación a partir de tan gran momento de la historia de España y del mundo.

D. Miguel de Cervantes ¿alcazareño o alcalaíno?
...Y la polémica partida de bautismo de Miguel de Cervantes Saavedra

Mucho más se podría contar y se alargaría demasiado esta entrada, pero imperdonable sería no hablar de la partida de bautismo que Blas Nasarre, eminente cervantista, descubriera en 1748. En ella se recogía el bautismo de un Miguel de Cervantes y Saavedra y al margen de los folios correspondientes Nasarre anotara: “este es el autor de la Historia de Don Quixote de la Mancha”, lo que ha sido sostenido secularmente por los alcazareños, frente a la teoría oficial comúnmente aceptada que sitúa su nacimiento y bautismo en Alcalá de Henares. El hecho es que cuando la Corona de España se propuso arrojar luz sobre el tema, en aquellos tiempos en que el asunto estaba en lid y diversas localidades manchegas y castellanas se lo disputaban, tras un estudio minucioso dos fueron las “finalistas”: Alcázar de San Juan y la ciudad complutense. Los que sostienen la teoría alcazareña aluden a numerosos puntos de conexión de Cervantes con Alcázar de San Juan. No es únicamente que su partida de bautismo encontrada, a diferencia de la de Alcalá, recoja los dos apellidos de nuestro ilustre escritor y que, incluso en el día de hoy, se encuentren los apellidos Cervantes y Saavedra entre los habitantes de esta villa manchega; tampoco es solo que muchos de los personajes del Quijote se correspondieran, en el nombre y en los apellidos, con personas concretas y documentadas de Alcázar; tampoco es solo el profuso conocimiento de la comarca demostrado en el Quijote; es el conjunto de todos estos detalles lo que apoyan la teoría alcazareña. Existen conexiones adicionales como que la fundadora del convento de las Trinitarias Descalzas en Madrid, donde actualmente reposan los restos de Don Miguel de Cervantes, dona Francisca Romero Gaytán, fuera de familia alcazareña. Canónigos y vicarios eclesiásticos de principios del siglo XIX situaban la villa oriunda de Cervantes aquí, dando detalle de su linaje, condición y aposento. Por mi parte, no tengo ningún tipo de dato que me haga por mi mismo reconocer esta teoría ni contradecir, ni mucho menos, la versión alcalaína que todos conocemos. En cualquier caso, son asombrosas las numerosas coincidencias que la enlazan con Cervantes. Habrá quien no quiera dedicarle ni un segundo. A mi me parece apasionante, por más que nunca se llegue más que a elucubraciones sin prueba definitiva.

En conclusión, espectacular enclave donde historia, arte, cultura y tradición se concentran para deleite de quienes quieran visitarlo.

Pd.: os dejo algunas fotos más, que hice con mi móvil. Gracias desde aquí a Paco, quien amablemente nos dio una visita-guía personalizada por Santa María.

Ábside de Santa María, con adiciones posteriores
Azulejos de Talavera - Camarín de la Virgen
Mártires por Dios y por España
Lema eterno de España

Crucería Gótica - Capilla del Carmen
Ntra. Sra. del Rosario, alcaldesa perpetua de Alcázar