30 junio 2012

Juramento antimodernista (adhesión de SerLibreHoy)


“Yo, Jorge-P, abrazo y recibo firmemente todas y cada una de las verdades que la Iglesia por su magisterio, que no puede errar, ha definido, afirmado y declarado, principalmente los textos de doctrina que van directamente dirigidos contra los errores de estos tiempos.
En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera cierta por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas, es decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su efecto.
En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer lugar, los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen divino de la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo por perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y de todos los hombres, incluso en el tiempo presente.
En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro, jefe de la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos.
En cuarto lugar, recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, siempre con el mismo sentido y la misma interpretación. Por esto rechazo absolutamente la suposición herética de la evolución de los dogmas, según la cual estos dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha dado la Iglesia en un principio. Igualmente, repruebo todo error que consista en sustituir el depósito divino confiado a la esposa de Cristo y a su vigilante custodia, por una ficción filosófica o una creación de la conciencia humana, la cual, formada poco a poco por el esfuerzo de los hombres, sería susceptible en el futuro de un progreso indefinido.
En quinto lugar: mantengo con toda certeza y profeso sinceramente que la fe no es un sentido religioso ciego que surge de las profundidades del subconsciente, bajo el impulso del corazón y el movimiento de la voluntad moralmente informada, sino que un verdadero asentimiento de la inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente, asentimiento por el cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios personal, nuestro creador y nuestro Señor. Más aún, con la debida reverencia, me someto y adhiero con todo mi corazón a las condenaciones, declaraciones y todas las prescripciones contenidas en la encíclica Pascendi y en el decreto Lamentabili, especialmente aquellas concernientes a lo que se conoce como la historia de los dogmas.
Rechazo asimismo el error de aquellos que dicen que la fe sostenida por la Iglesia contradice a la historia, y que los dogmas católicos, en el sentido en que ahora se entienden, son irreconciliables con una visión más realista de los orígenes de la religión cristiana.
Condeno y rechazo la opinión de aquellos que dicen que un cristiano bien educado asume una doble personalidad, la de un creyente y al mismo tiempo la de un historiador, como si fuera permisible para una historiador sostener cosas que contradigan la fe del creyente, o establecer premisas las cuales, provisto que no haya una negación directa de los dogmas, llevarían a la conclusión de que los dogmas son o bien falsos, o bien dudosos.
Repruebo también el método de juzgar e interpretar la Sagrada Escritura que, apartándose de la tradición de la Iglesia, la analogía de la fe, y las normas de la Sede Apostólica, abraza los errores de los racionalistas y licenciosamiente y sin prudencia abrazan la crítica textual como la única y suprema norma.
Rechazo también la opinión de aquellos que sostienen que un profesor enseñando o escribiendo acerca de una materia histórico-teológica debiera primero poner a un costado cualquier opinión preconcebida acerca del origen sobrenatural de la tradición católica o acerca de la promesa divina de preservar por siempre toda la verdad revelada; y de que deberían interpretar los escritos de cada uno de los Padres solamente por medio de principios científicos, excluyendo toda autoridad sagrada, y con la misma libertad de juicio que es común en la investigación de todos los documentos históricos ordinarios.
Declaro estar completamente opuesto al error de los modernistas que sostienen que no hay nada divino en la sagrada tradición; o, lo que es mucho peor, decir que la hay, pero en un sentido panteísta, con el resultado de que no quedaría nada más que este simple hecho—uno a ser puesto a la par con los hechos ordinarios de la historia, a saber, el hecho de que un grupo de hombres por su propia labor, capacidad y talento han continuado durante las edades subsecuentes una escuela comenzada por Cristo y sus apóstoles.
Prometo que he de sostener todos estos artículos fiel, entera y sinceramente, y que he de guardarlos inviolados, sin desviarme de ellos en la enseñanza o en ninguna otra manera de escrito o de palabra. Esto prometo, esto juro, así me ayude Dios, y estos santos Evangelios"
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He decidido seguir el ejemplo de otros bloggers católicos, que a su vez han seguido la iniciativa de Bruno Moreno (InfoCatólica), de realizar este juramento que el Papa San Pío X ordenó realizar, a fin de contrarrestar los errores y herejías modernistas, cuyos devastadores efectos contemplamos hoy. Realizo y secundo la iniciativa, con la esperanza de que por medio de la renovación del Juramento, y mi adhesión sincera y de corazón, en algo contribuya a la buena marcha de la Iglesia que, bajo el amable y providencial Pontificado de Benedicto XVI, lucha en nuestros días por arrojar algo de luz y esperanza entre las tinieblas de un mundo que da la espalda a su Misericordioso Salvador. 

04 junio 2012

De otro tipo de martirio, también necesario

Ayer tuve la oportunidad de ver el grandísimo programa de Intereconomía presentado por Juan Manuel de Prada "Lágrimas en la Lluvia", que versó esta vez sobre la persecución religiosa en España. En medio del interesantísmo repaso a los siglos XIX y XX, uno de los invitados habló de cómo a los católicos de principios del siglo XX se les formaba para el martirio, por lo que al llegar el momento del tormento, aquellos a quienes la Gracia tocó con  la fuerza necesaria, se presentaban ante aquella hora con la alegría del que por fin ve llegado el esperado momento de dar su testimonio por Jesucristo.

En el día de hoy, donde la predicación de las virtudes brilla por su ausencia en púlpitos y medios de formación, una de ellas, la de la Fortaleza, es especialmente olvidada. Y no digamos ya el martirio, por medio del cual el cristiano que confiesa su fe ante la amenaza de perder la vida y muere por el odio a Cristo de sus enemigos, entra gloriosamente en el Cielo por el bautismo de sangre. Cabría objetar que no sabemos si a los cristianos contemporáneos de este primer mundo (porque no son pocos los que siguen sufriendo sangriento y verdadero Martirio en otras partes del planeta) nos llegará la hora de un martirio heroico como el de aquéllos. Me temo, sin embargo, que el testimonio de tantos mártires no debe de agradar a Satanás. La última vez, los españoles salimos victoriosos, y aún el ejemplo de los Requetés nos llena de emoción. Por eso, actualmente los enemigos de la Iglesia no nos vienen con pistolas sino con mayor y más perversa sutileza. A través de la educación y los medios de comunicación el aborregamiento social nos sitúa a los cristianos ante otro tipo de martirio, para el que tampoco se educa, que no conlleva un bautismo de sangre pero que exige testimonio. No es la heroicidad de un Antonio Molle lo que se nos presenta pero por eso mismo es más necesario y más exigible el testimonio y confesión pública de la fe.

Tal vez sea demasiado aventurado llamarlo martirio, pero es lo suficientemente gráfico como para explicar que hoy, la disyuntiva que se presenta no es entre la vida y el Cielo (o, sensu contrario, entre la muerte y el Infierno) sino muchas veces entre algo más sutil como el "prestigio social" y el Cielo. Entre ser bien considerado y el Cielo. Entre ser gracioso y el Cielo. Entre aparecer como "sensato" (recordemos lo de "necedad para los gentiles...") y el Cielo. Entre el ascenso en la empresa o el Cielo. Entre esa conversación sucia con el jefe o el Cielo. Entre ser moderno y el Cielo. Entre parecer "inteligente" y el Cielo. O lo uno o lo otro. Y si se quiere, tenemos que elegir: entre el desprestigio social o el Infierno; entre ser despreciado, o el Infierno; entre ser soso y el Infierno; entre ser un insensato y el Infierno; entre la falta de ascenso o despido y el Infierno; entre ser ultramontano o el Infierno; entre ser tonto y el Infierno...

Por tanto, quien es fiel en lo poco, lo será en lo mucho; y quien desprecia el pequeño martirio sucumbirá ante el gran Martirio. No es de Dios desear el primer Martirio y aborrecer del cotidiano. 

01 junio 2012

A los tres años de SerLibreHoy

Este blog cumplió, este mes de mayo, tres años de singladura, aunque escribiendo en blogs un servidor lleva más tiempo, pues varios han sido los comenzados anteriormente -y cerrados-, coincidiendo con varias etapas de mi trayectoria personal: el penúltimo, "Siempre Avanzando", marcó mis últimos años como universitario, y lo cerré cuando me fui a incorporar al mundo laboral. Posteriormente, no mucho tiempo después, el sacerdote de un Retiro Espiritual al que asistí, fue tan persuasivo en instarnos a utilizar todos los medios a nuestro alcance para influir positivamente en la sociedad, incluyendo los digitales, que volví a la carga con el tema. Así que, en tres años, se impone un cierto balance.

Como todo hijo de vecino, de vez en cuando le echo un vistazo a las visitas que recibe SerLibreHoy, visitas que nunca han pasado de modestas, siendo generosos. Tres han sido los momentos donde he alcanzado un "pico" de visitas: febrero y junio de 2010, con poco más de 1.300 visitas, y este mismo mayo que ayer terminamos, rozando las 1.400. Curiosamente, sólo una de las cinco entradas más vistas las escribí en tales meses y, de ellas, a la vista está que un tema sobresale: Iesu Communio, instituto religioso al que pertenece una de mis hermanas. El último puesto del Top 5, ha ido oscilando, siendo la última subida al puesto 5º la titulada "El matrimonio: comentarios a algunas propuestas", lo cual me alegro.

Pero lo más importante, que gracias, a través o de la mano de SerLibreHoy he conocido a gente, he hecho amistades y finalmente reconocí lo que era mi "lugar" en la política: el tradicionalismo carlista, al que me condujo el buscar la verdad y la coherencia con los principios.

Finalmente, como idea durante todo este tiempo, el rechazo de lo abstracto en política, lo contrario a la realidad, a la parcialidad de las ideologías. Por eso me opongo firmemente a la libertad como idea -o su ideología, el liberalismo- y digo sí al amor por la libertad concreta, que se fundamenta en la virtud, en la persona concreta. Por eso, no hablo de la "Libertad, hoy" sino de cómo ser libre hoy.

Y con esa idea de fondo, en la sociedad se trata, ni más ni menos, que de recordar lo que nos enseñó el Papa San Pío X:

"La civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata mas que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo (Ep 1,10: restaurarlo todo en Cristo).