22 noviembre 2010

El Cerro de los Ángeles 2010

A pesar de lo poco que me prodigo últimamente por el blog, no quiero dejar de comentar el acto al que asistí el sábado (víspera de la festividad de Cristo Rey), en el Cerro de los Ángeles, donde tuvo lugar la reunión que celebra todos los años la Comunión Tradicionalista Carlista. El escenario, inmejorable: el punto central de la Península Ibérica donde el 30 de mayo de 1919 Alfonso XIII consagró España al Sagrado Corazón de Jesús (consagración que fue renovada el pasado año, en el 90ª aniversario) y lugar que fue testigo, en 1936, de la bestialidad y odio de los enemigos de Cristo.

Reconozco que, como simpatizante que soy, mi interés en asistir venía del año pasado (aunque haya necesitado de un "pequeño empujón" para poder ir al final, ¿verdad Álvaro?) y he de decir que me alegro de haber podido ir. El caso es que gracias a Séneka y toda su tropa (por supuesto, bien pertrechada con banderas y boinas rojas), nos plantamos allí poco antes de la 13.00 y aquello ya era una estampa insólita para mí, al ver tanta boina roja lucida orgullosamente desde el más pequeño Pelayín hasta la más veterana Margarita. El ambiente se antojaba agradable, familiar y al mismo tiempo manifestando la vigencia de unas ideas que todos los españoles llevamos en lo más íntimo de nuestro ser español.

La Santa Misa comenzó con algo de retraso y con la iglesia a rebosar de gente. Me tocó llevar uno de los cepillos de la colecta y pude ver cómo al fondo no cabía un alfiler entre tanto personal, carritos de bebés, madres, padres, abuelos y jóvenes y alguna que otra "personalidad" que no me esperaba allí. La liturgia impecable, Novus Ordo, la mayor parte en castellano (menos la plegaria eucarística, que fue en latín), el sacerdote que vestía una casulla muy digna con el Sagrado Corazón en medio y un gesto que agradecí, al decidir que se colocaba en el mismo sentido que el "pueblo", hacia Cristo, que es el Centro de la Misa. Los ¡Viva Cristo Rey! del principio de la homilía ya hicieron presagiar la gran altura de la misma y los principios inmutables que recordó, situando a Cristo como lo que es, un Rey que debe reinar, no sólo en los corazones sino en las sociedades, que deben rendirLe tributo públicamente. Pero más allá de estas consideraciones, lo más importante fue que la Misa fue vivida con gran fe, respeto y devoción por parte de todos.

Tras la foto de rigor ante el monumento, las palabras de Javier Garisoaín y el canto al unísono del Oriamendi, nos desplazamos al restaurante donde comimos y siempre en ese ambiente de familia en el que los que  íbamos por primera vez (hablo por mí, pero intuyo que le pasó lo mismo al resto de "novatos") nos sentíamos muy cómodos. En cuanto a las intervenciones, don Jesús Blasco, presidente de la CTC del Reino de Valencia dirigió unas palabras repletas de carlismo en las que, con raíz en lo fundamental ("más sociedad, menos Estado") fue desgranando los principales problemas de la sociedad actual y la profunda incapacidad de la partitocracia establecida para representar a la sociedad española, e incluso con propuestas concretas, al reclamar "listas abiertas y el mandato imperativo para exigir a quien ha recibido el voto que cumpla con el compromiso contraído. La sociedad en la que creemos los carlistas no es una sociedad abstracta, es una sociedad concreta, libre, viva y variada, bien estructurada socialmente y que hoy está falsamente representada en unas cortes liberal-socialistas". Por su parte, de Javier Garisoaín, Secretario General y de Organización, me quedo con unas palabras que ya le he leído en otras ocasiones y es que el programa carlista no promete soluciones mágicas a los problemas de la gente, sino los principios. Justo lo contrario de los partidos del sistema, que prometen soluciones mágicas, sin importar los principios. Y de la presidenta, Dª María Cuervo-Arango, destacaré su llamada a la renovación de las costumbres y su llamada a la virtud de la Pureza. Increíble.
  
Como no quiero enrollarme más, quiero agradecer a todos con los que estuve, a quienes conocí o a quienes conocía a través de los blogs o del FSTM, el haber pasado un sábado agradabilísimo. Me llevé una muy grata experiencia de lo que es el carlismo, ese "vivir el carlismo" que es la única manera de serlo y que lo hace tan atractivo. Y tan admirable, al mismo tiempo, con tantísimos héroes que en la Historia de España dieron su vida por Dios, por la Patria, por los Fueros y por el Rey legítimo. Siempre con enorme generosidad y valentía, por todos los españoles, como lo hicieran sus "padres", defendiendo la bandera de la Santa Tradición.

El condón y lo que nunca va a ser

A raíz de las palabras del Papa sobre el preservativo, que se incluyen en el próximo libro-entrevista de Peter Seewald "Luz del mundo", llevo dos días oyendo las más variadas y peregrinas opiniones, declaraciones o exabruptos al respecto. Reconozco que tuve conocimiento de la noticia a través del periódico El Mundo, cuyo enlace alguien colgó en facebook. El titular era -o pretendía serlo- elocuente: "el Papa autoriza (sic) el uso del preservativo...". En cuanto a las reacciones, he oído que se trata de un "gran paso", un "avance" e incluso hoy, en Antena 3 una gran mayoría de comentaristas opinaba que no era "suficiente". Sinceramente, estas opiniones no me importan tanto, dada la realidad social y la ignorancia moral en la que nos movemos hoy en día.

Me preocupa mucho más las reacciones dentro de la Iglesia, unos cristianos perplejos, otros escandalizados y, también, para qué negarlo, cristianos en principio "ortodoxos" y de supuesta formación que, sin embargo, se han guardado para sí ciertas reservas mentales en cuanto al uso del preservativo y que, por lo tanto, han recibido las supuestas palabras del Papa como una alegría interior de alivio y de confirmación de sus reservas a favor del condón.

Pues bien, además de creer que aquí la gente parece que se ha vuelto tarumba definitivamente, creo también que conviene analizar un poco la situación:

Para empezar por lo obvio, vamos a recordar a algún incauto que el Papa, por mucho que se lo proponga, ni puede "autorizar" ni dictar normas morales. La Iglesia no es nadie para decidir qué es moral y qué no. Su Santa Misión es, y no puede ser de otra manera, el reconocer la Verdad e iluminar a la humanidad en su camino hacia Cristo. Por su misericordia, además, Dios ha dotado al Magisterio Pontificio y a los Obispos en comunión con el Papa de la infalibilidad cuando hablan "ex Cathedra", y en este sentido, no sólo en la Encíclica Humanae Vitae sino en todo el Magisterio y en el Catecismo de la Iglesia Católica se ha reconocido y enseñado al mundo que la doctrina moral al respecto es la que es y no puede ni debe ni va a cambiar porque a esta sociedad de los instintos desatados se le antoje el capricho de desligar el sexo de la procreación para su uso y disfrute animal. El uso del preservativo es un mal moral, desordenado e inaceptable. Pero como quiera que el tema no cabe para esta entrada, vamos a dejarlo en que el condón no es solución para nada

Para continuar, decía que el Papa no puede "autorizar" el uso del preservativo, ni aunque lo diga expresamente. Pero es que lo gracioso y triste del tema es que el Papa no ha justificado su uso, como he leído hoy hasta de sacerdotes a quienes se supone una recta formación (¡y justificando lo que se supone que el Papa ha dicho pero no ha dicho!), ni ha declarado nada relevante en este tema. En primer lugar porque lo han traducido mal: en efecto, el término utilizado por el Papa en alemán equivaldría al de puto o prostituto (y no en femenino), es decir, un supuesto de prostitución homosexual entre hombres, con lo cual la cosa ya cambia bastante (creo que es obvio, ¿no?). En segundo lugar, es un libro privado, en el que el Papa puede pronunciarse, como él mismo reconoce, sobre cuestiones en las que se puede equivocar  y que no afectaría lo más mínimo a la fe católica. En tercer lugar porque si leemos detenidamente vemos que lo que hace Benedicto XVI es proclamar una vez más, que el preservativo no es la solución al SIDA sino que más bien favorece una banalización de la sexualidad y un obstáculo para que "pueda ejercer su efecto positivo en el ser humano en su totalidad". En cuarto lugar que el Papa, como gran intelectual que es, acostumbrado a los retos argumentales, a llevar al límite los razonamientos para probarlos, lo único que hace es plantearse la posibilidad (repito: "plantearse la posibilidad" es algo muy distinto a afirmar una cosa o incluso a plantear directamente algo) de que el hecho de usar el preservativo en el ejercicio de la prostitución masculina pueda ser considerado como un primer paso en el sentido de que quien se prostituye cambie de dirección hacia una toma de conciencia sobre la sexualidad. En cierta manera, esta justificación de la que habla Benedicto XVI, sería tal en tanto en cuanto constituya un cambio de mentalidad hacia una nueva concepción de la sexualidad.

Creo que no tiene más vuelta de hoja. Ni "cambio" en la doctrina, ni "avance" hacia no se sabe qué, ni patinazo del Papa. Que esperen sentados los que buscan a la mínima los resquicios para justificar sus morales particulares, sus "excepciones" a las que agarrarse o las excusas para que la soberbia de cada uno se resista a aceptar siempre y en todo lugar la Verdad.

Pd.: me dejo en el tintero comentar el lamentable papel que está teniendo últimamente L'Osservatore Romano  o la cantidad de católicos que, a raíz de tragarse la primera noticia que les llega por los medios de (des)información,  han salido a hacerse la picha un lío justificando lo injustificable que, además, no era verdad.