Hace unos días adelanté que iba a comenzar una serie de entradas con el título “Salir de la Crisis”. Y la verdad es que no es fácil elegir el tema que la lidere, pues el número uno siempre otorga un rango de preeminencia que no sé otorgar a uno sólo de los temas a tratar. Lo que sí está claro es que empezaré con cosas básicas que, en medio de toda la maraña de datos, predicciones y batallas dialécticas en la que nos hallamos inmersos, se pueden perder de vista.
Y una de estas cosas básicas es el trabajo. No me refiero al “trabajo” entendido como “puesto de trabajo” (el “paro” es la mayor preocupación de los españoles, pero es más consecuencia que causa de la crisis), sino más bien el trabajo como virtud, y la responsabilidad como su fundamento. El pasado martes me preguntaba si nuestra sociedad es verdadera “sociedad” o es una simple “masa” de gentes sin sustancia. Si somos masa, antes o después nos sacarán de la crisis. Y subrayo el “nos”. Pero si somos sociedad, saldremos de la crisis. Y subrayo ahora el “saldremos”. Es la diferencia entre ser objeto o sujeto. Si somos masa, esperaremos que el Gobierno (éste o el otro) se ponga las pilas y nos ponga un “puesto de trabajo”, pero a buen seguro que antes o después, nosotros o nuestros hijos lo volverán a perder. Sin embargo, si somos sociedad, los “puestos de trabajo” los crearemos nosotros con verdadero trabajo. La clave ahí está en “cambiar el chip” del curso de los acontecimientos y creernos de verdad que quien mueve la sociedad son las personas, no los gobiernos.
Mis abuelos, como los de cualquiera de los lectores de este blog, trabajaron duro, durísimo, para sacar a su familia y a España entera, no ya de una crisis como ésta, sino de la pobreza misma. Hasta conseguir lo que tenemos hoy (¡incomparable!). Cuando mis abuelos trabajaban, no es que España estuviera en crisis: España era pobre. Había más paro que la peor previsión actual, pero ambos trabajaron muchísimo. El uno, hizo cientos de horas extra, madrugones y pernoctaciones en Iberia. El otro, trabajó de ferroviario y de albañil al mismo tiempo, también con madrugones y pernoctaciones. Pero el trabajo que ellos realizaron y que construyó la prosperidad material de España no fueron las horas extra, que también. Su trabajo, el que nos permitirá salir de la crisis, es el cuidado en acabar la tarea bien hecha. Es ponerse el mundo por montera y no esperar que te regalen nada sino construirlo con responsabilidad personal. Es quejarse menos, exigir menos y exigirse más.
Los españoles (también los europeos, en general), hemos ido construyendo lo que se ha venido en llamar “el Estado del bienestar”. Un Estado que ha acabado siendo más nodriza que Estado. Nosotros, a base de delegar y pedir la “protección” de los gobiernos, nos hemos desprotegido hasta tal punto que todo lo esperamos de los políticos y nada de la sociedad. La pérdida de la responsabilidad personal y del valor del trabajo nos deja desamparados ante las dificultades, inseguros de nuestras posibilidades, incapaces de recuperar el espacio que sólo a la sociedad corresponde y que nunca el gobernante debió usurpar.
Y una de estas cosas básicas es el trabajo. No me refiero al “trabajo” entendido como “puesto de trabajo” (el “paro” es la mayor preocupación de los españoles, pero es más consecuencia que causa de la crisis), sino más bien el trabajo como virtud, y la responsabilidad como su fundamento. El pasado martes me preguntaba si nuestra sociedad es verdadera “sociedad” o es una simple “masa” de gentes sin sustancia. Si somos masa, antes o después nos sacarán de la crisis. Y subrayo el “nos”. Pero si somos sociedad, saldremos de la crisis. Y subrayo ahora el “saldremos”. Es la diferencia entre ser objeto o sujeto. Si somos masa, esperaremos que el Gobierno (éste o el otro) se ponga las pilas y nos ponga un “puesto de trabajo”, pero a buen seguro que antes o después, nosotros o nuestros hijos lo volverán a perder. Sin embargo, si somos sociedad, los “puestos de trabajo” los crearemos nosotros con verdadero trabajo. La clave ahí está en “cambiar el chip” del curso de los acontecimientos y creernos de verdad que quien mueve la sociedad son las personas, no los gobiernos.
Mis abuelos, como los de cualquiera de los lectores de este blog, trabajaron duro, durísimo, para sacar a su familia y a España entera, no ya de una crisis como ésta, sino de la pobreza misma. Hasta conseguir lo que tenemos hoy (¡incomparable!). Cuando mis abuelos trabajaban, no es que España estuviera en crisis: España era pobre. Había más paro que la peor previsión actual, pero ambos trabajaron muchísimo. El uno, hizo cientos de horas extra, madrugones y pernoctaciones en Iberia. El otro, trabajó de ferroviario y de albañil al mismo tiempo, también con madrugones y pernoctaciones. Pero el trabajo que ellos realizaron y que construyó la prosperidad material de España no fueron las horas extra, que también. Su trabajo, el que nos permitirá salir de la crisis, es el cuidado en acabar la tarea bien hecha. Es ponerse el mundo por montera y no esperar que te regalen nada sino construirlo con responsabilidad personal. Es quejarse menos, exigir menos y exigirse más.
Los españoles (también los europeos, en general), hemos ido construyendo lo que se ha venido en llamar “el Estado del bienestar”. Un Estado que ha acabado siendo más nodriza que Estado. Nosotros, a base de delegar y pedir la “protección” de los gobiernos, nos hemos desprotegido hasta tal punto que todo lo esperamos de los políticos y nada de la sociedad. La pérdida de la responsabilidad personal y del valor del trabajo nos deja desamparados ante las dificultades, inseguros de nuestras posibilidades, incapaces de recuperar el espacio que sólo a la sociedad corresponde y que nunca el gobernante debió usurpar.
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En este sentido, he leído en las últimas semanas algunos artículos que, a parte de darme ideas para el tema de hoy, reflexionan sobre la cuestión y que recomiendo muy encarecidamente. Entresaco un párrafo de cada uno:
Empecemos por Leopoldo Abadía (ElConfidencial.com), el afamado “profesor” que acuñó el término “crisis Ninja”:
1. “Mi abuelo, Jaime, Luis y el bar de mi barrio” (5 de mayo de 2009)
“Me parece que tenemos que volver a tomarnos la vida en serio. Que no puede ser que la próxima generación sea una mezcla de merengue y helado de tuti-fruti, con un Master, por supuesto, pero merengues.”2. “Cariño” (7 de abril de 2009)
“Pobre Cariño! Se va a quedar sin empleo en menos de una semana. Porque, en cuanto alguien le pegue una ligera bronca en el trabajo, se echará a llorar y, sorbiéndose las lágrimas, llamará a mamá, quien irá orriendo a la empresa y, si puede, arañará al Gerente, por haberle hecho sufrir al niño. Cogerá a Cariño de la mano, le llevará a casa de los papás para que se pueda recuperar del shock y, seguramente, le buscará empleo ella misma en la empresa de un íntimo amigo de la familia, que le tratará con mimo, haciendo oídos y ojos sordos a la flagrante ineptitud e incompetencia del sujeto.”La Tercera de ABC corre hoy a cargo de José María Carrascal. Aunque le haría varias puntualizaciones (porque no es solo culpa de ZP), me quedo con la idea general y algo más:
1. “La España de ZP” (5 de mayo de 2009)
“Pero el capital humano de que dispone hoy España está a la cola de los países desarrollados y de algunos subdesarrollados. ¿Sabían ustedes que los niños indios conocen la tabla de multiplicar del 0 al 20, es decir que si se les pregunta cuánto es 12 por 17 responden automáticamente? Sospecho que los niños españoles tienen problemas en decir cuánto es 2 por 7. Los que realmente valen se van fuera, ante las pocas perspectivas que encuentran dentro, y los que se quedan piensan en cosas más placenteras que en esforzarse y labrarse un porvenir.”Finalmente, uno de tantos escritos geniales en el blog de Don Enrique Monasterio:
1. “No podemos conducir por ti… de momento” (24 de febrero de 2007):
"Dicen que la adolescencia es rebelde e inconformista. Quizá lo fue en otro tiempo… Ahora es un lujo de países ricos. En Senegal uno pasa directamente de la infancia al cayuco. Aquí en cambio hay unos años para jugar a las maquinitas, al amor light y epidérmico y a esa especie de fiesta de disfraces que trata de ser provocadora, pero que ya no asusta ni a las abuelas. ¿Rebeldes? Los chicos están anestesiados; se han vuelto conservadores y burgueses como papá."Aunque si me tuviera que quedar con sólo una lectura sobre trabajo, sin duda, San Josemaría Escrivá de Balaguer:
(n. 497) “Trabajemos, y trabajemos mucho y bien, sin olvidar que nuestra mejor arma es la oración. Por eso, no me canso de repetir que hemos de ser almas contemplativas en medio del mundo, que procuran convertir su trabajo en oración.”
2 comentarios:
"Ut operaretur", el hombre ha sido creado para trabajar y digo trabajar y no ser explotado, cosa bien distinta a muchas empresas y bancos que fruto de la ambición que les mueve, hacen de sus empleados meras máquinas que echan horas y horas, eso sí, a cambio de una atractiva remuneración. Pero ese es otro tema que unido al de la conciliación familiar habrá que tratar en otro momento.
Hay que trabajar!, el trabajo dignifica al hombre, sea cual sea (entiéndase que no desciendo a otras ocupacíones que por el contrario arrastran a algunos hombres a la categoría de "animalito"). Lamentablemente, el Estado de Bienestar, el cual no es del todo reprochable, ha creado pequeños moustritos humanos, que esperan recibir atractivas remuneraciones, a cambio de un titulo universitario y un par de horitas al día delante de un ordenador, porque hacia las 7 se les cae misteriosamnete el "boli".
Como al autor del blog, a mi también me gusta acudir al ejemplo de mis abuelos y también al de mis padres. Personas que se deslomaban por abrirse camino en el mundo laboral y se deslomaban por sacar adelante una familia. Que pasa hoy en día con nuestra sociedad? por que esperan a que el gobierno solucione su situación con alguna "ayuda"?.
Señores, el trabajo enrecía y mucho y en los momentos malos, cuando te están achucahando mucho, es cuando más se aprende. Hay que salir adelante a base de brazos, codos y muchas horas, no somos masa!!!!.
El trabajo dignifica y me enorgullece. Solo la sonrisa de mi mujer cuando llego tarde a casa un día después de una dura jornada laboral, me anima a volver al día siguiente. Me quedo con la frase de Leopoldo Abadía.
Ut operaretur!.
P.D.: El trabajo también hace que muchas almas sean GRANDES...ahí lo dejo.
Jerry, perdona haber tardado tanto tiempo en contestar. Tocas un punto muy interesante, pues la Iglesia, en repetidísimas ocasiones ha sido la voz que más alto ha proclamado la dignidad humana como máxima expresión de su filiación divina. Por eso nadie puede explotar a otro sin estar gravemente atentando contra su dignidad. Pero dices bien en que habrá que tratar el tema otro día, ya que da para mucho.
La explotación en el trabajo existe, y la blandenguería por parte de quien no quiere trabajar mucho, también. En este sentido, el equilibrio que encontramos a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia y el Magisterio de los Papas no cesa de maravillarme, pues a la luz de Cristo, todo el mundo se siente responsable de los demás: el "Jefe" de que el subordinado pueda progresar, se enriquezca, trabaje y se le den las herramientas necesarias para su crecimiento como persona y como profesional. Y por parte del "subordinado", considerar su trabajo desde una perspctiva amplia, de conjunto, pues desde la tarea más nimia hasta la más alta no serían nada la una sin la otra y ambas tienen una vocación social en última instancia. Asume así su papel de "aprendiz", aportando el plus de trabajo para suplir la falta de experiencia y el esfuerzo por aprender, mejorar, crecer y progresar por los propios méritos.
Todo esto, como es lógico, es un edificio que se cae si los cimientos fallan y el trabajo, en lugar de medio se convierte en fin o el fin último se desvirtúa. Es entonces cuando el subordinado no quiere trabajar, el jefe explota y, en fin, el orden social se viene abajo.
En fin, Jerry, son muchas ideas que requerirían tratamiento aparte. Muchas gracias, como siempre, por aportar tu punto de vista, que siempre es útil!
un abrazo
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