Aunque me quedan todavía unos días de trabajo -pocos- encaramos ya las ansiadas y esperadas vacaciones estivales. No sé si merecidas, pero sí necesitadas. Este año ha sido largo y a la vez rápido. Largo, porque me han ocurrido muchísimas cosas. Una de ellas, el inaugurar mi vida laboral. Un año que me ha hecho sentir privilegiado y responsable al mismo tiempo. Tributario de muchas cosas y obligado a otras tantas. Cosas más importantes todavía he vivido, pero las guardo del albero internero, como expresión del pudor necesario que hoy en día parece no tener cabida en el auge de las redes sociales. En fin, curiosa paradoja aquella por la cual una pantalla de ordenador, que bien podría haber servido de barrera o escudo bajo el que interactuar, ha servido al mismo tiempo de trampolín a la exposición de las más obscenas intimidades. Es este otro debate que hoy saco al ruedo sin más pretensiones que lanzarlas al vuelo y rellenar estas líneas de preludio vacacional. Tal vez debamos detenernos algún día en ello. Facebook, Tuenti, Twitter, MySpace, son herramientas de uso diario para muchos de nosotros que marcan un antes y un después en forma de salto mortal con tirabuzón en las relaciones sociales, en especial de los chavales preadolescentes que detentan ufanos un espacio de libertad conquistado a una patria potestas perpleja, desorientada y en muchas ocasiones ignorante y ajena a los nuevos mundos que su prole va colonizando. Ya volveremos con ello...
Hablaba de año largo y rápido, porque así me parece que ha pasado. Como un chasquido digital (tecnológico y anatómico). Cuando nuestros mayores nos lo dicen es por algo: tempus fugit. Y, a pesar de mi juventud, lo voy notando. ¿Quién me iba a decir a mí, que no enlazaba una semana entera llegando a primera hora a clase, no faltando ni un solo día al trabajo, con falta de sueño y tiempo, pero dando el callo? Pues el año ha pasado. Y más que vendrán, me dicen.
Por éste, me despediré de mi querido Madrid adoptivo con un homenaje-alegoría de un curso que termina así, rápido, convulso, difícil, conseguido, lleno de grandes detalles, precioso en su conjunto y repleto de sorpresas.
Hablaba de año largo y rápido, porque así me parece que ha pasado. Como un chasquido digital (tecnológico y anatómico). Cuando nuestros mayores nos lo dicen es por algo: tempus fugit. Y, a pesar de mi juventud, lo voy notando. ¿Quién me iba a decir a mí, que no enlazaba una semana entera llegando a primera hora a clase, no faltando ni un solo día al trabajo, con falta de sueño y tiempo, pero dando el callo? Pues el año ha pasado. Y más que vendrán, me dicen.
Por éste, me despediré de mi querido Madrid adoptivo con un homenaje-alegoría de un curso que termina así, rápido, convulso, difícil, conseguido, lleno de grandes detalles, precioso en su conjunto y repleto de sorpresas.
Madrid 2008 from timelapses.tv on Vimeo.
¡Hasta septiembre!
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