Por evidente recomendación del homónimo blog, hará cosa de año y medio me leí el libro "Embajador en el Infierno", a cuyo enlace os remito. Lo leí de un tirón como en tres días (era verano) en cuanto lo vi en la biblioteca de mi abuelo. De ahí es la cita que transcribo, que apunté en su día y acabo de releer:
Un día, una [mujer rusa] me dijo: "Antes yo creía que no había más hombres que los rusos. Después conocí a los extranjeros. Parecéis de otro mundo..." Y yo le hablaba de ese otro mundo donde el hombre mira a la mujer no ya como un instrumento de placer que se desprecia una vez usado, sino con un sentido reverencial, por ser la mejor obra salida de manos del Creador. (...)
-¿Es algo así -me preguntó- como en ese mundo de que me hablas se mira a la mujer?
-Sí, es algo así, pero no exactamente. La mujer es más importante que un camión y...
-¿Más importante que un camión? Exclamó escandalizada. ¿Más aún que el mejor camión del mundo?
-Sí, muchacha, porque Dios, que la ha hecho, es también más importante que vuestro ministro de Industria...
El pasaje contrasta la visión de la mujer en el mundo de la URSS y la de la "oscura" España de Franco. Esto me recuerda a Álvaro d'Ors, en su libro "Derecho y sentido común":
Para designar el género se sigue hablando de "hombres", pero dentro de este género la especie femenina es un aditamento, no sólo necesario para la vida del género humano, sino también, y precisamente por esta necesidad, un perfeccionamiento "humano". Dentro del género, la especie femenina no sólo "tiene" una forma diferenciada, sino que "es" una forma que, al perfeccionar el género, lo embellece, pues la belleza consiste en la perfección de una forma (...). El ser humano que es además mujer, es así un ser más perfecto que el ser "humano" que sólo es hombre.
Esta dualidad de los sexos (...) se manifiesta como una culminación de la creación divina.
Y por último, por seguir con más citas "carcas" y "retrógradas", pensando pensando, intenté encontrar el origen de tales pensamientos y me acordé de San Pablo, en el Evangelio mismo, que dice así:
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviera mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, pues nadie odió jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio, pero yo me refiero a Cristo y a la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.”
Tenía pensado agregar unos comentarios propios, abundando en el contraste entre cómo una sociedad católica dignifica a la mujer y el papel que la mujer juega en la sociedad actual (cuando no en sociedades como la musulmana), que la convierte en objeto de mercado, reclamo publicitario, le obstaculiza su gran don, inaccesible al hombre: la maternidad, le exige ser heroína o se la considera fracasada, la degrada a una igualdad ficticia con el hombre, cuando en realidad nos superan en perfección y belleza. En fin, el hoyo en que nos han metido las feministas, con una sociedad con familias desestructuradas, fracasos matrimoniales, una natalidad hundida que hará perecer nuestra civilización, y un largo etcétera que prefiero dejar ahí y que estas citas carcas y ultramontanas hablen por sí solas.
3 comentarios:
Muy buen comentario.
Por meterte un poquito el dedo en el ojo te diré que pienso que mucho mayor mal es el que la mujer católica insensible a su naturaleza y vocación ha hecho dando carta de naturaleza a toda esta superchería de la "realización" profesional y la "liberación" personal.
Muchas gracias Séneka!
En cuanto al papel de la mujer católica, no creo que sea diferente del papel del católico medio que quiere, aún a estas alturas del partido, "enfangarse un poco" para cambiar las cosas "desde dentro".
Saludos!
Je,je,je... qué mala uva.
;)
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