Considero de justicia que me una yo también a la iniciativa que a su vez ha seguido el Embajador, poniendo mi nombre en esta lista (enorme, abrumadora) en la que somos inmensa la mayoría los que hemos tenido bastante trato con sacerdotes y nunca, ni por asomo, hemos sido víctimas de nada raro. Más bien todo lo contrario, guardamos una profunda gratitud y alegría de que se cruzasen en nuestra vida para, como pastores o amigos, llevarnos o acercanos más a Dios. Siguiendo el esquema, éstos son los principales:
- D. Samuel: el primero que recuerde. Clave en mi admiración y veneración por el sacerdocio. Tuve trato con él desde los 6 años, cura del colegio, que había sido uno de los primeros sacerdotes que llegaron a la prelatura de Yauyos (Perú). Me parecía tanta su ejemplaridad y piedad a la hora de celebrar la Misa, que por mucho tiempo quise seguir los caminos del sacerdocio. Con él hice mi primera confesión y después siempre le pedía que me confesara. De él aprendí a tener un trato directo, piadoso y cercano con Jesús en el Sagrario. También fui lector ávido de su "Biblia infantil", con la que empecé a conocer la acción de Dios en la historia y su Palabra. Se marchó al poco tiempo a su tierra natal, Teruel, y mantuvimos después correspondencia por carta.
- D. Pedro: fui su monaguillo hasta los 11 años en la parroquia. Todos los domingos y fiestas de precepto, media hora antes de Misa iba y preparábamos el altar, las lecturas, etc. Un buen amigo con quien, además, podía charlar y reir. La bondad personificada. Recuerdo que, poco más de un año después de irme de Valencia, fui unos días por no recuerdo qué motivo y me pasé para saludarle a su casa, tomamos café (soy cafetero desde los inicios) y nos pusimos al día. Ya había visto que mi vocación no pasaba por el sacerdocio y estuvimos hablando de la vocación cristiana. También mantuve correspondencia por carta durante años (sobre todo en Navidad).
- D. Rogelio: sin duda, quien forjó mi vida interior y a quien agradezco su exigencia y paciecia en limar mis defectos en la vida humana y cristiana, lo cual aún hoy conservo como tesoro, echando mano de aquellos consejos y directrices que, como Director Espiritual, me daba para mi mayor formación. No faltaron los choques de caracteres, pero no debió de ser nada fácil lidiar con un chaval adolescente de 14 a 16 años, de la clase indómita que era yo. ¡Menuda tela con la que tuvo que lidiar! Y sin embargo, todo lo que de él aprendí es mi mayor activo para mi felicidad y vida en Dios.
- D. Luis: tuve menos trato, pero consiguió, sólo con su ejemplo, animar a que en una parroquia de un pueblo de la sierra de Madrid volviera al uso del alzacuellos. En verano me confesaba con él y alguna vez nos fuimos a hacer una romería a la Virgen. Un buen sacerdote bueno (y no es redundante) y valiente.
- Mn. D. José Luis: con quien me confieso de vez en cuando en una Parroquia de Madrid. Siempre atento y un pastor en la administración del sacramento. Una vez, hace años, me dijo que no rezara por tener novia, sino por que Dios me diera una buena novia. Se cumplió con creces.
- D. Enrique, D. Javier, D. Jorge... y todos los que, en diferentes etapas (normalmente coincidiendo con cursos académicos) han llevado la árdua tarea de dirigir mi Alma. O todos los que conocí en los colegios por los que pasé, en diferentes ciudades de España. Los sacerdotes que dirigían las convivencias a las que he asistido toda mi vida. Con los que me confesé durante el medio año que estuve en Estados Unidos y el otro medio en Francia (por variedad geográfica que no sea).
A todos, mi infinita gratitud y veneración como santos sacerdotes de Cristo. Como dice Orisson, yo SÍ me fío de los curas.
5 comentarios:
¡Oh! Don Samuel ... ¡Qué recuerdos! ¿De qué promoción eres?
Hola Álvaro! Me alegro de saber (aunque es lógico y previsible) que comparto con más gente el recuerdo y admiración por D. Samuel. Soy del 84, y le conocí desde el 90 hasta el 92, que fueron mis primeros años en el colegio.
Un saludo!
Bueno, creo que no lo traté tanto como tú pero recuerdo con mucho cariño la primera charla que tuve con él también a los 6 años.
Así a bote pronto no recuerdo a nadie de tu promoción. Eso sí, espero no haberte robado nunca el bocadillo en el recreo ni tampoco haberte chutado la bola "fuera de zona" ... jejejeje ...
PD: Envíame un correo a la dirección que aparece en mi perfil de blogger y hablamos.
Jorge,
Gracias por unirte a la inciativa y por el enlace.
Álvaro: Lo del bocata no, seguro, que ya me ocupaba de ponerlo a salvo, jeje pero lo del bola sí que es probable y en más de una ocasión. Era admirable cómo asumíamos la jerarquía. Cuando quisimos repetir lo mismo con las generaciones posteriores, ya se rebelaban! signo de los tiempos! En fin. Mañana te pongo correo!
Embajador: De nada, hombre. Me pareció de justicia!
Abrazo a los dos!
Publicar un comentario