31 diciembre 2010

¡El mal menor tiene límites! (y feliz 2011)

A pesar de no haberlo reflejado en el blog, recomiendo a quien se pase por aquí, leer la Nota que la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe emitió el pasado martes 21 de diciembre, a propósito de algunas lecturas de "Luz del mundo". Básicamente, viene a decir lo que ya expuse en el blog, de modo muy claro. Dice la Nota:
"Pensar que de las palabras de Benedicto XVI se pueda deducir que en algunos casos es legítimo recurrir al uso del preservativo para evitar embarazos no deseados es totalmente arbitrario y no responde ni a sus palabras ni a su pensamiento."
Que alguien se lo aclare a los de Zenit.

Pero en fin, no quería hablar de éso sino, con motivo de la Nota, hablar del "mal menor", esa teoría tan manida y tan poco comprendida por muchos que les lleva a justificar cualquier atrocidad con tal de que sea menor que otra posible (i.e., votar a un partido político abortista, defensor del divorcio, autor de leyes que aprobaron píldoras abortivas, a favor del "contenido" de las uniones gays, y que en las CCAA donde gobierna cercena la libertad de educación impidiendo y obstaculizando la objeción de conciencia al adoctrinamiento, etc, y no hablo ni del PSOE ni IU).

Pues bien, la Nota, además de recordar precisamente el peligro "proporcionalista" en la interpretación de la teoría del mal menor, recuerda por un lado que "no es lícito querer una acción que es mala por su objeto, aunque se trate de un mal menor". Cita en su apoyo la Encíclica Veritatis Splendor, que a su vez cita a Pablo VI en la Humanae Vitae. Pero antes de leer lo que dice la Encíclica, traigamos a la mente aquel argumento cien o cien mil veces repetido de que "la situación lo exige: lo primero es echar a ZP, ergo hay que votar al PP". Pues bien, dice el Magisterio perenne de la Iglesia:
"En verdad, si es lícito alguna vez tolerar un mal menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande, no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien (cf. Rm 3, 8)"
Nótese que dice "alguna vez tolerar", y no que "siempre" sea lícito tolerar, ni mucho menos dice que siempre sea lícito el mal menor. Al contrario, desde decir que "sería lícito en algún caso tolerar un mal menor" hasta "hay que querer el mal menor" hay una gran diferencia.

Y en todo caso, tenemos lo que dijo en el año 2002 la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en su Nota sobre el compromiso y la conducta de los católicos en la vida política:
"La conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral."
Para mayor aclaración todavía, el Papa Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis definió y concretó cuáles eran los principios que él denominó "no negociables":
"El respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas."
Y por terminar, que todavía he oído alguna objeción más a todo esto (si es que es posible), de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe:
El compromiso político a favor de un aspecto aislado de la doctrina social de la Iglesia no basta para satisfacer la responsabilidad de la búsqueda del bien común en su totalidad.
Además,
"Cuando la acción política tiene que ver con principios morales que no admiten derogaciones, excepciones o compromiso alguno, es cuando el empeño de los católicos se hace más evidente y cargado de responsabilidad. Ante estas exigencias éticas fundamentales e irrenunciables, en efecto, los creyentes deben saber que está en juego la esencia del orden moral, que concierne al bien integral de la persona."
Sé que quedan unos meses para las elecciones municipales y más (previsiblemente) para las generales, y además con la grave situación que vive España sé a qué se expone uno al aceptar la doctrina de la Iglesia en esta materia, pero es un deber ineludible que no debemos dejar pasar. El bien y el verdadero futuro de España  está en juego, así que le pido desde ya al 2011 que comienza en unas horas, el despertar de tantos y tantos adormecidos para que, con el mandato del Amor pero seguros en la Fe y en la doctrina, podamos darle de verdad la vuelta a España como a un calcetín.

¡Feliz Año Nuevo!

Pd.: a propósito del tema de la entrada, subo un vídeo que hice para las elecciones de 2008.


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