06 diciembre 2009

6 de diciembre.

Hoy toca jolgorio constitucional. Ese texto que sirve para un roto y para un descosido, cumple 31 años, aunque sus achaques son propios de la vejez. Nació la pobre fuera del matrimonio, cuando ello todavía era considerado ilegítimo, y con un gran defecto genético de efectos neurodegenerativos llamado relativismo, aunque ya se sabe, a estas enfermedades se les suele otorgar nombres más "amables", así que lo llamaron consenso. No le dieron ninguna importancia. Incluso se alarmaron e indignaron porque dijeran que era una enfermedad. ¡Catastrofistas! Hoy ya no puede moverse y hay quien la mira con ternura, compasión, como se mira al anciano que espera la fecha de su defunción, dejando a un lado sus miserias. Pero lo cierto es que ahí están y han sido importantes. Los médicos han estudiado el origen de sus males y no aciertan a establecer un diagnóstico único. Unos pocos, más incisivos, apuntan a su propia concepción, al motor que la puso en marcha. Lo advirtieron y se está cumpliendo. Los hay que apuntan a un grave percance ocurrido unos pocos años antes, cuando sobre los Santos Evangelios y ante Dios, se juró lealtad a unos principios expulsados del código genético de la criatura que hace 31 años se alumbró. Hubo un tiempo en que aquello era calificado de perjurio, es decir, de grave pecado. También quisieron entonces aplicarle un nombre distinto, más amable, que alejara la sensación que el mal provoca. Y lo llamaron progreso y libertad, antiguas palabras que nada tenían que ver con aquello. El caso es que nació. El consenso le marcó profundamente, y entonces vino el divorcio, el aborto, las uniones de hecho, las uniones gays, Educación para la ciudadanía, la retirada de crucifijos, la marginación de la Iglesia, la historia borrada y reelaborada, España desnaturalizada y descuartizada, la educación en poder del estado y un sinfín de macabras degeneraciones a las que se aplicó un apósito y un fuerte analgésico llamado dinero (o economía). Por eso, ahora que el analgésico escasea, todo duele, y mucho, pero tanto se han liado con el lenguaje que no saben por qué todo tiembla y se estremece. Siguen invocando el consenso, la libertad, el progreso, pero de lo que se trata es de conseguir más analgésicos.

¡Ciegos!

Un recordatorio, del álbum de familia:




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