13 junio 2009

Resaca electoral


Los resultados de las elecciones al parlamento europeo, al contrario de lo que muchos están diciendo, no deja espacio a excesivos análisis. Hay mucho rascado ya como para seguir e intentar encontrar algo nuevo. El Partido Popular Europeo (PPE) ha ganado. El español también. Los perdedores, los socialistas, niegan cualquier clave nacional para leer los resultados. ¡¿Cómo?! pero, ¿es que la campaña ha versado sobre Europa o sobre qué sustenta la existencia de la Unión, sobre la necesaria regeneración política europea, la reforma del Parlamento para que sea de verdad un órgano legislativo o algún debate de esta naturaleza? No, ni de lejos. PP y PSOE han escondido a la población que son afines en un 70% de las veces. El PP sacó a Mayor Oreja por tener un perfil un tanto más conservador que la media del partido y sus tan repetidos "valores" han sido un obstáculo (aunque no el principal) para que otros partidos con reales alternativas al socialismo tuvieran mejores resultados. No obstante, su labor al frente del grupo español en el Parlamento Europeo deja en evidencia que no se puede plantear esta dualidad en base a unos valores de los que supuestamente carece el contrario si en la práctica el Grupo Popular, en temas tan centrales como la educación, ha votado lo mismo que la izquierda en un 77% de las veces o cuando 11 diputados del PP español votaron a favor de incluir como derechos fundamentales el feticidio (asesinato de un ser humano en el vientre materno) o el simulacro de matrimonio que son las uniones homosexuales. Los insultos y desprecios que se brindan ambos partidos no significan una diferencia sustancial entre ambos, sino el poco valor de lo que "predican".

Ahora la "derecha" ha ampliado su distancia sobre la izquierda europea. Sin embargo, en el discurso de ninguno de los ganadores "nacionales" observamos un mensaje que se enfrente a esa dictadura instalada por la izquierda en la que se impone el laicismo, la condena de toda manifestación pública de fe, el relativismo moral, el poder de los gobiernos sobre las conciencias de los ciudadanos, la destrucción de las instituciones naturales de la persona y la cultura de la muerte. La única respuesta del PP ha sido y será el "eso no interesa", el "eso divide" o, en un alarde de osadía, que es "radical". Pero ningún atisbo de defensa de la Vida desde la concepción hasta la muerte, la familia natural (hombre y mujer para toda la vida y la educación de la prole), la libertad de enseñanza o un integral bien común (lo que ha de incluir, necesariamente, la defensa de la religión).

Al finalizar la legislatura que ahora comienza se habrán cumplido 8 años de mayoría de derechas en Europa. ¿De verdad se está deshaciendo el camino marcado por la izquierda? o más bien se está "conservando", como ya ha pasado en España con leyes muy contestadas como la del divorcio, el aborto, uniones gays, libertad de enseñanza o la libertad de la Iglesia para predicar públicamente sin ser vilipendiada?

Por otro lado, en el bando de los partidos "potables", otro descalabro general, aunque no debo restar un ápice del mérito que han tenido los 20.000 votos de AES. Con todo ello, y con el tiempo, pienso que la postura más sensata, generosa y razonable ha sido la de la Comunión Tradicionalista Carlista. La argumentación de la decisión de no presentarse me mereció enorme respeto y, ahora, valoro el análisis que su Secretario General ha hecho de los resultados.

En todo caso, me quedo con un parrafillo de su entrevista, cuyo enlace os dejo:

P.: Algunos rechazan este planteamiento porque dicen que se trataría de una alianza "confesional" o que comprometería a la Iglesia.
R.: Lo que de verdad compromete a la Iglesia -y de paso escandaliza a los no creyentes- es que los católicos no actúen en política con coherencia. Que digan en el templo "Dios es el Señor" y luego lo desmientan en la vida pública. Que sean capaces de militar en partidos en los que tienen que permanecer callados o negociar con lo no-negociable. Que acepten ir incluidos en candidaturas en compañía de políticos abortistas, o anti-familia, o enemigos de la libertad. ¿Por qué tiene que resultar tan extraño que un grupo de políticos, vengan de donde vengan, respetándose unos a otros, y sin renunciar a mantener cada uno su personalidad e ideario íntegro, se comprometan juntos en la defensa de unos valores mínimos? La Plataforma por los Principios No Negociables que nosotros y otros grupos como AES hemos planteado o estaríamos dispuestos a apoyar se limita a proponer unos mínimos no-negociables para articular una alianza electoral en torno a ellos. Nada más y nada menos.

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