13 junio 2009

Historias de la crisis... (II)


Esto fue hace ya un par de semanas. Eran más o menos las 11 de la mañana y yo había salido del trabajo un momento para comprar un tentempié a los compañeros, con el dinero común que habíamos puesto para ello. Salí de la pastelería y, entre tanto obstáculo con que nos han dejado la calle Serrano de Madrid, iba yo haciendo malabares, evitando que se me cayera algo de lo que llevaba.

De pronto, ví a una señora de avanzada edad. Tenía canas, cara de fatiga y estaba sentada en el saliente de uno de tantos escaparates de la Milla de Oro. Me miró y yo la miré.
- ¡Por favor! ¿me podría ayudar con...?
Se calló y no dijo nada más. Yo había sido uno de tantos que pasan y miran con desprecio y de reojo a quien osa interrumpir su ajetreado ir y venir por la vida. Mi conciencia se volvió hacia mí y me hizo sentir muy mal. ¡¿Y tú quién te crees, flipao?! -me dijo-. Anduve varios metros con tamaña acusación sobre mis hombros. La conciencia siguió erre que erre: ¡Como si todo lo que tienes (familia, novia, amigos, trabajo...) lo tuvieras porque lo mereces! - Ya, ¿y quién merece del todo lo que tiene? Tienes razón (otra vez), dije.

Me dí la vuelta. Fui hacia la señora.
- Perdone, ¿le ocurre algo?, ¿le puedo ayudar?
Me fijé mejor en ella. Iba de oscuro pero no vestía de trapo. Iba humilde, pero no con harapos ni desaliñada. No, no tenía pinta de loca ni de pordiosera, así que mi primera impresión había sido muy, pero que muy injusta.

Con cara de mucha sorpresa, se levantó, me miró y dijo:
- ¡Ah! perdóneme, de verdad. Es que he llegado a una situación muy desesperada. No me queda dinero...
Los ojos de la señora ya estaban humedecidos. Tal vez como queriendo expresar en un gesto todo lo que es su vida, explicándomelo sin detenerse en describir verbalmente su particular odisea.
- Pues mire, vengo ahora de comprar esto y...
- No se preocupe, de verdad. Discúlpeme y muchas gracias...
Se dio la media vuelta y se fue.

Mi conciencia volvió a la carga: claro, y ahora te sentirás bien, porque te crees que has hecho la buena obra del día ¿no? ¿Para cuándo el tener mejor abiertos los ojos? - ¡Ja! ¡querrás decir más abiertos! -No, Jorgito, los ojos hay que tenerlos mejor abiertos, para obervar mejor lo de tu alrededor y salir de tu "entimismamiento"

¿Entimismamiento? En fin, ya no me atreví a corregirle.

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2 comentarios:

Jerry dijo...

Me he quedado pensando...no te preocupes que a mí también me pasa mucho... si si...yo por la calle también voy "enmimismado" y descuido muchas veces las preocupaciones, situaciones, historias, etc, de muchos transeuntes de estas calles de nuestra ciudad. Pero ocurre que si no te éstan vendiendo la farola en la esquina de una calle y en la siguiente un paquete de clinex y en la otra te piden un euro y en la de más allá hay un tipo haciendo acrobacias en un semáforo a cambio de un par de euoros, haciendo cuentas quizas ya te has dejados cinco euros camino a la oficina.

Lo ideal es ir por la calle "recogidos interiormente", ya que tampoco hay mucho que ver y menos con la obras de la calle serrano, pero quizás una sonrisa acertada un "hola buenos dias" a esa pobre gente con las que nos topamos a veces, probablemente no les saque de tan tremenda situación, pero seguro que agradecen que se les tenga en cuenta y que se sepan queridos y comprendidos.

Dixit!

Jorge P dijo...

Hombre, 5 euros tampoco son muchos, aunque no creo que la cuestión sea sólo el dar dinero. Es más, yo creo bastante en aquello que decía (más o menos): "si quieres que alguien coma un día dale un pez. Si quieres que coma toda su vida, enséñale a pescar." Y para ello ya está Cáritas (Iglesia Católica, para mal de muchos) y sería bueno colaborar con los que saben distribuir la ayuda de forma eficaz y eficiente.

Pero la clave de lo que quería transmitir es que muchas veces, incluso cuando "ya damos" (en la Iglesia, Cáritas, ONGs varias...), vamos por la vida como si las necesidades ajenas fueran eso, ajenas. Y no, creo que siempre hemos de estar alerta y receptivos para los demás, sean ricos, pobres, nos asalten por la calle o lo tengamos al lado.

Serviam!