En medio de la que está cayendo, a veces conviene alegrarnos por esos pequeños o grandes milagros que ocurren a nuestro alrededor. Como quiera que aborrezco del llamado "optimismo antropológico", demostradamente falso, hay que aprender a ver pequeños actos divinos en las cosas buenas que ocurren en la vida. Una de las claves de la teología católica, contraria por supuesto al pelagianismo nuevamente en boga (la estupidez es recurrente) y contraria también al sola fide y al determinismo calvinistas, es que "todo es gracia de Dios", es decir, que nadie puede hacer nada bueno sin el soplo del Espíritu Santo. Por eso, cada acto bueno que libremente decidimos hacer, cada avemaría que se nos ocurre rezar, cada ayuda al prójimo, es la mano amorosa de Dios que no se olvida de nosotros y nos empuja como un Padre a su niño a acercarnos a Él. Es ahí donde más libre somos. Por todo ello, en este vídeo de hoy veo mucho a Dios. Lo veo porque es a través de un padre que da su vida por su hijo, que pone su cuerpo frente a un coche descontrolado que se les acerca. Da igual si él muere, si salva al bebé... y el milagro ocurre. El padre sale con sólo una pierna rota y el hijo, que no se entera de casi nada, sale totalmente ileso.
4 comentarios:
Gracias por este post.
Gracias a tí.
Un saludo.
Te copio unas frases para una entrada en mi blog. Un saludo.
Por supuesto. Todas tuyas.
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