31 julio 2012

Españoles e italianos (II)

Tras la caída del Imperio Romano de Occidente, los caminos de italianos y españoles continuaron su curso, embarcándonos en la apasionante y nunca suficientemente estudiada Edad Media. Es época, en lo que a la relación italo-hispánica respecta, de Almogávares y de la Corona de Aragón, que asentó nuestra presencia en los reinos de Nápoles, Sicilia, Córcega, Cerdeña y algunos enclaves más. La relación de nuestros reyes con Italia desde entonces no fue menor, habida cuenta que la revolucionaria unificación no llegaría hasta avanzado el siglo XIX, y se vio concretada en distintos reinados de reyes españoles sobre tierras itálicas. Sin entrar en demasiadas disquisiciones históricas, baste recordar que cuando el rey Fernando VI muere, su hermano Carlos, llamado a la sucesión al trono de España lo era entonces de los reinos de Nápoles y las Dos Sicilias. Tanto él como su padre, Felipe V, mantuvieron en su propio Gabinete (Consejo de Ministros) a personajes de renombre italianos. A modo de ejemplo, Alberoni y Esquilache. No olvidemos que el actual okupante del trono de España es un Borbón-Dos Sicilias y que la dinastía descendiente de Don Javier I, rey carlista, son los Borbón-Parma. 

Aún hoy, en la localidad de el Alguer (Cerdeña), se habla catalán, o su variante, el alguerés, como testimonio de la presencia de la Corona de Aragón por tierras italianas.

Y, en fin, la influencia italiana en España en otros ámbitos es múltiple, como la que hubiera tenido en el arte o la literatura universales u otros campos. No desdeñemos un hecho aparentemente insignificante como que la calificada como "la más bella forma poética de todas" fue producto italiano, el Soneto, que recibió el Marqués de Santillana con sus "Sonetos fechos al itálico modo" y es uno de los vehículos más utilizados por nuestros autores del Siglo de Oro, como Quevedo, Lope de Vega, Calderón de la Barca o Garcilaso, que lo elevaron al grado máximo (sin desmerecer, por supuesto, a Dante). A un "Castellano de Milán" dedica Góngora un soneto, a quien fuera gobernador de dicha ciudad, Don Francisco de Padilla, Conde de Fuentes  de 1600 a 1610.

Cabe mencionar la presencia de la pintura italiana en las colecciones de los reyes de España y que hoy forman parte de nuestro patrimonio nacional. Tiziano o Tintoretto son hoy parte de nuestro acervo cultural. Un sólo nombre en la arquitectura bastará para decir todo lo que hemos de decir: Sabatini; y  un valenciano, Ribera, el "españoleto", que acabó sus días en Nápoles.

Dejo a un lado hablar de rasgos físicos, étnicos, de modos de comportarse, etc. porque quedan fuera de mi pretensión, pero creo que el somero repaso entre nuestros orígenes y la historia compartida entre España e Italia bastan para señalar los lazos entre ambos pueblos.

Ahora bien, no desconozco que ha habido exageraciones de esa similitud. La más relevante, quizás, fue el concepto imperalista de "latinidad" que defendió Mussolini, según el cual pueblos como Italia, España, Francia, Portugal y los rumanos "medios" (sic) compartían unas características comunes, si bien él mismo aseguraba que "entre el español y el italiano existen afinidades aún más características". Tal vez tuviera razón en la apreciación, pero rotundamente no en las consecuencias o instrumentación que de ellas hizo, como veremos a continuación.

Plaza de España (Roma)
A mi juicio, tanto los que nos sitúan en el campo antagónico como los que siguen las ensoñaciones latinistas, e incluso los que se quedan en una similitud puramente aparente, fisiológica o "mediterránea" no entienden lo que Italia debe a España ni lo que España debe a Italia, porque desconocen lo profundo de la historia de estas dos naciones y lo común que nos ata, más allá de lo ya dicho. Porque alrededor de la Sede de Pedro, en Roma, se han movido las grandes decisiones, las grandes empresas que han llenado las páginas de los libros de historia. No en vano es bien conocida la definición de la grandeza de España que dio el gran Menéndez Pelayo: nada menos que ¡espada de Roma! Porque la Iglesia y el Papado, para un español, es su propio horizonte. Y el Vaticano está en Roma y "es" Roma.

Pero esto, también hoy, merece una entrada aparte. Que, D.m. será la siguiente...

2 comentarios:

Muñoz dijo...

No entiendo la naturaleza Borbón-Sicilias en Juan Carlos, sino por rama femenina. Supongo que se refiere a ésto. Si no, no tendría sentido pues por parte de padre es Puigmolto. Un saludo

Jorge P dijo...

Sí, debería haber precisado mejor, puesto que es por su madre, princesa de Dos Sicilias. En todo caso, tienes razón en que su apellido debería ser Puigmoltó y Borbón-Dos Sicilias.

Un saludo