17 junio 2013

El Dogma del Cambio Necesario

El relativismo cansa al hombre común (es decir, al hombre que aún conserva algo de sentido común). Antes o después, a alguien, algo le parece tan obviamente cierto que, al ponerse en duda, no puede sino indignarse. Además, desde el relativismo como formulación teórica, en toda su absurdidad, uno puede aferrarse al axioma más irracional, bajo el supuesto de que, si todo es relativo, algo puede ser relativo a uno mismo, por lo que si para uno algo es "verdad" le da igual o no que lo sea para otros.

Casi me atrevería a decir que la "post-podernidad" o el "estamos en el siglo XXI" va dejando poco a poco de tener la fuerza de antaño (¡oh paradoja!) en el sentido de que si todo es relativo, aggiornar tecnológicamente lo pasado puede verse hasta chic. Ahí está la moda vintage, la vuelta a los 80 en ropa o música o incluso las ferias medievales que se desarrollan en numerosas localidades españolas. En el fondo, el nacionalismo tiene mucho de esto: un mélange de costra tradicional relleno de modernismo. Por eso, lo del "estamos en el siglo XXI" no suele funcionar como argumento frente a los eructos nacionalistas como el de "los derechos históricos" (eructos porque sólo remota y hediondamente puede hacernos recordar a un buen cocido manchego... ya me entienden ustedes, si identifican derechos históricos con el eructo y los fueros con el cocido antes de digerirse).

Lo que constituye hoy, pues, la punta de lanza contra la Verdad es una evolución, nunca mejor dicho, de lo que Gambra denominaba "vientos de la Historia": es la consecuencia del "todo es cambio". Así, con este Heráclito revisited, todo se envuelve en una provisionalidad paralizante para construir pero enormemente atomizante en tanto que vuelve a las personas sobre sí mismas en busca irrefrenable de un placer que pretende suplir la seguridad y estabilidad del Hogar (i.e. la Tradición, la Patria, las costumbres) ya desmoronado y desdeñado. Basta, pues, extender la idea inevitable de que todo cambia para que todo valga. En la era tecnológica, además, esta idea adquiere la apariencia de un axioma sin necesidad de demostración. La ideología post post-modernista es la del "cambio necesario": no solo todo cambia sino que debe cambiar para que las cosas sean "normales".

Todo debe cambiar, y la fuerza de esta idea es tal que no necesita más disquisiciones sobre la verdad relativa o el significado de la Modernidad. Relativismo 2.0

Para nosotros, en fin, es una nueva ocasión para ser "reaccionarios". Pero no reaccionarios asumiendo el "Cambio Necesario Pero al Revés" sino en el sentido contrarrevolucionario de fundarlo todo en construir sobre una herencia, sobre una tradición, sobre la Familia, la Sociedad, la Patria, y todo ordenado a Dios.

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