Últimamente se habla mucho de la educación separada entre niños y niñas. Cantabria ha decidido no renovar el Concierto al colegio Torrevelo por no admitir niñas. Hoy, el delegado del Gobierno para la Violencia de Género ha dicho que “los niños verán a las niñas como un desigual si se escolarizan separados.” También, informa ElMundo.es, el delegado del Gobierno opina que es necesaria una educación que “supere esa referencia cultural”.
Puede que muchos de los que me lean no hayan oído hablar nunca de la llamada “ideología de género”. Esta ideología, como su propio nombre indica, pedalea sobre el concepto de “género”, con el que se intenta expresar una idea muy concreta, que es la de defender que los hombres y las mujeres no tenemos una naturaleza diferenciada que nos haga propiamente “hombre” o “mujer”. Según esto, las diferencias o los diferentes roles y caracteres de unos y otras se deben única y exclusivamente a factores culturales. Así, cada uno decide qué ser y, por supuesto, qué orientación sexual tener. Para los defensores de esta ideología, el objetivo para los próximos años (llevan ya unos cuantos) es la de borrar mediante leyes todo atisbo de diferenciación en este sentido e imponer este modelo desde el Estado a una sociedad adormecida que se deja manosear por su partido de turno (y digo “turno” con intención).
Pues bien, viniendo de quien viene y diciendo lo que dice, queda al descubierto, para quien lo quiera ver, qué es lo que se esconde detrás de este tipo de actuaciones, descaradamente intrusivas en la vida de los ciudadanos. Una vez más, sabemos que cuando el “progre” de turno, y más si encima es político, habla de “libertad” su credibilidad es cero, pudiendo asegurar que lo que dice es, simple y llanamente, mentira. Como pasa con todas las ideologías, la realidad y la verdad estorban de tal manera que no cabe otra que combatirla por medio de todas las armas posibles. Por eso todos hablan tanto de “cambiar” la sociedad. ¿Por qué no los cambiamos nosotros a ellos?
En este caso, además, esta mentira la conozco de cerca, pues soy una de esas tantas personas que han estudiado buena parte de su vida en un colegio sólo para chicos. Como muchos de mis amigos y amigas. También estuve en uno mixto, como otros amigos y amigas. Mi conclusión es que las razones para educar de forma diferenciada están más que justificadas. Como no para una y otra vez de demostrar la ciencia, los ritmos de aprendizaje, la madurez psicológica de niños y niñas, sobretodo a partir de ciertas edades, la manera de ver las cosas, etc… son constitutivamente diferentes y de la adaptación de la enseñanza a esta circunstancia se pueden sacar mucho provecho y ventajas. En cuanto a las calumnias que difunden sobre la vinculación de la educación diferenciada con la violencia doméstica (que no “de género”), a parte de carecer de fundamento científico alguno es que son una burda mentira que no merecía mayor atención si no fuera por la maldad con que se emiten. Que se molesten siquiera un poco en ver dónde existe mayor violencia. Se pueden llevar una sorpresa.
Por último, en un arrebato final de tomarnos por idiotas, nos hablan de la “sociabilidad”. Una sociabilidad que surge de natural entre chicos y chicas y que no necesita de un forcejeo artificial por parte del poder público, que se mete donde no le llaman.
En definitiva, estamos otra vez ante el enésimo intento de la clase política apoltronada en su sillón viendo problemas donde no los hay, en su afán por reducir las libertades de los ciudadanos y cegados por el doble factor de vivir de la política (aislados de la sociedad) y por la ideología particular que, de modo tozudo, se empeña en derribar la realidad para amoldarla a sus propios juicios imaginarios.
Puede que muchos de los que me lean no hayan oído hablar nunca de la llamada “ideología de género”. Esta ideología, como su propio nombre indica, pedalea sobre el concepto de “género”, con el que se intenta expresar una idea muy concreta, que es la de defender que los hombres y las mujeres no tenemos una naturaleza diferenciada que nos haga propiamente “hombre” o “mujer”. Según esto, las diferencias o los diferentes roles y caracteres de unos y otras se deben única y exclusivamente a factores culturales. Así, cada uno decide qué ser y, por supuesto, qué orientación sexual tener. Para los defensores de esta ideología, el objetivo para los próximos años (llevan ya unos cuantos) es la de borrar mediante leyes todo atisbo de diferenciación en este sentido e imponer este modelo desde el Estado a una sociedad adormecida que se deja manosear por su partido de turno (y digo “turno” con intención).
Pues bien, viniendo de quien viene y diciendo lo que dice, queda al descubierto, para quien lo quiera ver, qué es lo que se esconde detrás de este tipo de actuaciones, descaradamente intrusivas en la vida de los ciudadanos. Una vez más, sabemos que cuando el “progre” de turno, y más si encima es político, habla de “libertad” su credibilidad es cero, pudiendo asegurar que lo que dice es, simple y llanamente, mentira. Como pasa con todas las ideologías, la realidad y la verdad estorban de tal manera que no cabe otra que combatirla por medio de todas las armas posibles. Por eso todos hablan tanto de “cambiar” la sociedad. ¿Por qué no los cambiamos nosotros a ellos?
En este caso, además, esta mentira la conozco de cerca, pues soy una de esas tantas personas que han estudiado buena parte de su vida en un colegio sólo para chicos. Como muchos de mis amigos y amigas. También estuve en uno mixto, como otros amigos y amigas. Mi conclusión es que las razones para educar de forma diferenciada están más que justificadas. Como no para una y otra vez de demostrar la ciencia, los ritmos de aprendizaje, la madurez psicológica de niños y niñas, sobretodo a partir de ciertas edades, la manera de ver las cosas, etc… son constitutivamente diferentes y de la adaptación de la enseñanza a esta circunstancia se pueden sacar mucho provecho y ventajas. En cuanto a las calumnias que difunden sobre la vinculación de la educación diferenciada con la violencia doméstica (que no “de género”), a parte de carecer de fundamento científico alguno es que son una burda mentira que no merecía mayor atención si no fuera por la maldad con que se emiten. Que se molesten siquiera un poco en ver dónde existe mayor violencia. Se pueden llevar una sorpresa.
Por último, en un arrebato final de tomarnos por idiotas, nos hablan de la “sociabilidad”. Una sociabilidad que surge de natural entre chicos y chicas y que no necesita de un forcejeo artificial por parte del poder público, que se mete donde no le llaman.
En definitiva, estamos otra vez ante el enésimo intento de la clase política apoltronada en su sillón viendo problemas donde no los hay, en su afán por reducir las libertades de los ciudadanos y cegados por el doble factor de vivir de la política (aislados de la sociedad) y por la ideología particular que, de modo tozudo, se empeña en derribar la realidad para amoldarla a sus propios juicios imaginarios.
4 comentarios:
En la duda, por la libertad
Salomone señala que es muy difícil distinguir lo que, en las diferencias entre los sexos que no se pueden atribuir a discriminaciones (cfr. Aceprensa 70/08), es de origen biológico, psicológico, social o cultural. Por eso considera más prometedor observar las diferencias entre chicos y chicas a medida que se desarrollan, para ajustar los métodos y recursos pedagógicos a las necesidades detectadas.
Entonces: “¿Es la separación en algún momento de la vida escolar la solución definitiva a las diferencias en el rendimiento académico y en la elección de profesión? No, pero podría ser uno de los mecanismos para dar a algunos chicos y chicas igualdad de oportunidades en el sentido de una educación ‘adecuada’. Si los chicos tienen más energía y no pueden mantener la atención durante mucho tiempo, y encima desarrollan su capacidad verbal a un ritmo más lento, no es razonable esperar que progresen en la escuela primaria a la misma velocidad que las niñas. Tampoco es pedagógicamente aceptable retardar el aprendizaje de las alumnas mientras se espera a que los niños de pongan al día. Al mismo tiempo, las niñas parecen quedarse atrás en el desarrollo de sus aptitudes para las matemáticas y la informática (...).
”Si estas diferencias son resultado de la biología, o una ansiedad causada por factores sociales, o porque las chicas son más lentas en los cálculos (...) todavía no se sabe con certeza. Sin embargo, la experiencia muestra que cuando se les pide que elijan, muchas chicas preferirían clases de matemáticas sólo para ellas durante la última etapa de la primaria y a lo largo de la secundaria”. Como abundan las cuestiones no resueltas, hay que seguir investigando para poder comparar los resultados de la enseñanza diferenciada y los de la mixta.
Mientras tanto, advierte Salomone, el peligro es que las posturas políticas e ideológicas implicadas frenen la experimentación con “enfoques alternativos” que afronten las diferencias sexuales observadas en maduración y estilo de aprendizaje entre chicos y chicas.
“Con esto no quiero decir que todos los chicos y chicas sean esencialmente iguales, sin ninguna diferencia dentro de cada sexo, ni tampoco que la enseñanza diferenciada sería beneficiosa para todos. Simplemente pienso que algunos saldrían beneficiados con los programas de educación diferenciada, bien en centros específicos, bien en clases diferenciadas dentro de una escuela mixta. Y para esos estudiantes, debería ofrecerse la enseñanza diferenciada como una opción válida y no limitada a las familias privilegiadas que pueden permitirse acudir a centros no sostenidos con fondos públicos”.
Gracias Jerry! los argumentos y las razones están clarísimos... para quien quiera saber un poco, claro.
un abrazo
En este debate hay varias cuestiones a analizar: en primer lugar, la educación diferenciada debería ser una opción desde el mismo momento que respeta la Constitución y los derechos humanos, y existen padren que desean ese modelo educativo. Lo de menos es si es mejor o peor que otro tipo de educación, la cuestión es que los padres deberían tener derecho a elegir, por lo que el debate hay que centrarlo en la exigencia de que existan colegios públicos de educación diferenciada, como hay en Estados Unidos (de los que Obama es gran defensor), en Australia o en Alemania.
Pero es que, además, es un tipo de educación con grandes éxitos pedagógicos en todo el mundo, con una justificación metodológica clarísima, y con fundamentos médicos y educativos más que demostrados, fundados en las diferencias de maduración entre niños y niñas, que hacen que ellos terminen su periodo de maduración a los 30 años y ellas a las 22, tal y como decía el viernes Leonard Sax en Madrid.
Sin embargo, este modelo progresista, innovador y atrevido en España se asocia a movimientos de la Iglesia (que son los únicos que lo llevan a cabo, con valentía y grandes éxitos pedagógicos...¿o es que no sabíais que el último Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias español ha estudiado en un colegio de educación diferenciada?), por lo que se rechaza, no por su fundamentación pedagógica, si no por prejuicios ideológicos.
En definitiva, parece claro que el debate está ganado, la única cuestión es quién está dispuesto a debatir...o sólo están dispuestos a llamarnos "carcas", "retrógrados", "ultracatólicos", "fascistas", etc...¿qué pensaría Obama si le llamaran esto por haber apoyado que Chicago haya pasado de 20 colegios de educación diferenciada a 540 en sólo cinco años?
De todos modos, estamos abiertos al diálogo...
Anónimo, muchísimas gracias por tu aportación. En lo único que no estoy de acuerdo es en unir las palabras "progresista, innovador y atrevido". Una cosa es el progreso y otra el progresismo. El progresismo habla de progreso cuando quiere acabar con todo lo construido gracias a la civilización cristiana. Igual que cuando habla de libertad e igualdad no hace sino imponer a los demás su pobre y ridícula visión del mundo nihilista, relativista e infantil. Por eso lo da igual utilizar las palabras a su antojo.
Pero en fin, perdóname esta disgresión, pues llevas muchísimas razón en lo dicho.
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