19 octubre 2009

Ahora toca votar: ni PP ni PSOE


Al ser preguntado Aznar en la manifestación contra el aborto por qué no hizo nada por la Vida en sus ocho años de gobierno, respondió que él estaba en contra de que las niñas de 16 puedan abortar sin consentimiento de sus padres. Yo, me he acordado de unas frases que el entonces Cardenal Ratzinger, parafraseaba en su libro "Verdad, Valores, Poder". El capítulo, sobre la conciencia errónea, no tiene desperdicio, como no lo tiene el libro entero. Pero vayamos a lo que íbamos:
Quien no es capaz de sentir culpa está espiritualmente enfermo, es un "cadáver viviente, una máscara del carácter", como dice Görres. "Las bestias y los monstruos, entre otros, no tienen sentimiento de culpa. Tal vez no lo tuvieron tampoco Hitler o Himmler o Stalin. Seguramente carecen de él también los patrones de la mafia. Pero lo que tal vez ocurra es que sus cadáveres están bien ocultos en el sótano. También lo están los rechazados sentimientos de culpa...
Recordemos que, en los ocho años de Gobierno del PP, se produjeron 511.429 abortos (151.805 asesinatos más que en todos los años de Felipismo juntos).

Recordemos que, contra la opinión mayoritaria de España, incluso de los propios votantes del PP y del Papa, Aznar decidió apoyar la invasión de Iraq. También, en contra de sus propios votantes y de gran parte de España, procedió al mayor trasvase competencial a las autonomías. Pero no fue capaz de hacer nada por la Vida.

¡Qué bien lo ha expresado Juan Manuel de Prada, hoy, en el ABC!
Cospedal dijo que estaba allí para mostrar su oposición a la ley promovida por el Gobierno, que tildó de innecesaria puesto que la vigente «tiene un gran consenso social». Al escucharla, se me han revuelto las tripas; porque lo que la manifestación del sábado demostraba, precisamente, era que tal «consenso social» no existe, o dicho con mayor exactitud: que ningún «consenso social» puede legitimar el aborto, porque «cada vida importa», porque arrojar vidas gestantes al cubo de la basura no es algo que pueda decretarse mediante «consenso social». Un consenso que, por lo demás, jamás podrá producirse: pues aunque existiera una sociedad tan degradada como para «consensuar» tal injusticia, las vidas gestantes arrojadas al cubo de la basura jamás participarán de ese sórdido consenso. Las obscenas declaraciones de Cospedal nos demuestran, en fin, que la transformación social que promovemos quienes defendemos la vida no puede contar con esa patulea de hipócritas redomados que anida en la política; la próxima vez que nos los encontremos en una manifestación tendremos que echarlos a patadas. Consensuadamente, pero a patadas.
Lo que está claro es que el movimiento provida será totalmente estéril si, después del esfuerzo organizativo, no es capaz de plasmar en las urnas, con los votos, su voluntad de que cada vida importa, y que ni esta ley (del PSOE) ni la anterior (apoyada por el PP), son tolerables en una sociedad mínimamente sana, como tampoco son tolerables quienes las defienden.

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