El cuarto sábado de mayo nos vamos de romería hacia el sur. Decir mayo, sábado, Andalucía y la Virgen es decir Virgen del Rocío. Allá en Almonte, Huelva, le cantan sus hijos a la Madre de Dios con una pasión especial que, a pesar del folclore popular, estoy seguro que ha despertado, en el fondo del alma de tantos miles que van cada año al Rocío, el deseo de amar a Dios. Estoy seguro, porque una Madre que ve a sus niños atontados cantarle con tanta fe, no puede sino acogerles al final de sus días en la Misericordia de su Hijo, por muy alejados que estén de la Verdad. Por eso me gusta tanto esta salve rociera tan sentida por los andaluces y todos los españoles.
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