06 diciembre 2010

6 de diciembre (II)

Casualidades de la vida. Andaba buscando y rebuscando entre papeles por casa y me encuentro, en una carpeta antigua que alguien guardaría, unas páginas del periódico El País de 25 de noviembre de 1977 en el que se reproducía íntegramente el texto del entonces borrador de la Constitución que hoy cumple, con más achaques que juventud, 32 años. Por curiosidad, hago el ejercicio comparativo de qué se publicó y qué se aprobó un año después:

En primer lugar, contaba con 6 artículos menos y a lo largo de su texto quedaba por definir en qué se concretaría aquello de las "nacionalidades y regiones": la organización territorial no tenía, como finalmente sí, un Título propio y a las ahora infaustas y antihistóricas Comunidades Autónomas se les preveía el nombre de "Territorios Autónomos".

El entonces artículo 3 se apresuraba a declarar que "el Estado español no es confesional" y antes, en el primero, como valor superior del ordenamiento jurídico se proclamaba el "respeto" al pluralismo político. Pero alguien debió pensar que aquello era demasiado tibio y en la redacción final y vigente en la actualidad, tenemos como "valor superior" no ya el respeto al pluralismo, sino el pluralismo mismo. La diferencia está clara, ¿no?

Sobre los partidos políticos, no estaba en el borrador que su estructura y funcionamiento internos fuesen democráticos, por lo que la partitocracia actual ha debido de pasar por alto su inclusión final.

También me ha llamado la atención que en el entonces artículo 9 (actual 5) se dijera, después de proclamar a la Villa de Madrid como capital, que "podrán establecerse por ley servicios centrales en otras localidades de España". Se cargaron la frase entera, supongo que por consenso entre el temor liberal-racionalista, el jacobino y el rechazo (de unos y otros) a que Barcelona o  Bilbao fuesen de alguna manera representantes de toda la nación española.

En cuanto a la economía, en lugar de "garantizar y proteger" la libertad de empresa por los poderes públicos, el borrador establecía que "regulan y protegen", eso sí, de acuerdo con las exigencias de la planificación "democrática", que hoy en día se quedó en "planificación".

Se hablaba del derecho a contraer matrimonio y del mantenimiento de "relaciones estables de familia", lo cual venía a ser contradictorio con lo que se decía a continuación en el 39.2 respecto de la regulación del matrimonio, las causas de separación y disolución que ha pasado casi intacto a nuestro actual art. 32. Se ve que lo de la destrucción de la familia sí lo tenían claro los 7 gurús que la redactaron.

Por último, el tema de la Corona les importaba mucho a los de Polanco, ya que titularon el reportaje "La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria". En este sentido, es de destacar que el borrador prostituc..  constitucional ya tenía muy claro lo de la no sujeción a responsabilidad (toma monarquía "absoluta"), pero eso sí, no se hacía referencia a la "dinastía histórica" (sic) que proclama el texto vigente y se atribuía al rey la función de "tutelar los derechos y libertades", pero como eso sería demasiado trabajo, debieron de pensar que mejor quitarlo. Asimismo, se eliminó del borrador el uso de los títulos "tradicionales" y se dejó (actual art. 56.2) en "los demás que correspondan a la Corona".

El realidad, aunque hay matices importantes, se ve que los gurús que la redactaron (i.e. Pérez-Llorca, Herrero de Miñón y Gabriel Cisneros -UCD-, Peces Barba -PSOE-, Solé Tura -PCE-, Fraga -AP- y Roca Junyent -minoría catalana), tenían ciertas cosas claras. Por todos es conocido hoy que la Constitución se fraguó a escondidas, con nocturnidad, negociaciones y tiras y afloja a merced de los intereses ideológico-partidistas. Tampoco es algo nuevo en la historia. La del "we the people" (oh paradoja) estadounidense fue tres cuartos de lo mismo, aunque al menos tenía el objetivo claro de limitar el poder del Gobierno. Es la renovación del despotismo ilustrado reconvertido democráticamente, de modo que ellos, los gurús de la patria trabajan sin el pueblo pero "para el bien del pueblo", y con la farsa de la representación parlamentaria de las cortes liberal-socialistas como paladín de la libertad.

Yo hoy no tengo nada que celebrar.

2 comentarios:

Embajador dijo...

Muchas gracias por el enlace Jorge.

Jorge P dijo...

De nada hombre, la verdad es que no podías decir más cosas en menos palabras y de forma tan tronchante. ¡Y con cuánta razón!