A pesar de que cada vez me convenzo más de que la democracia -la participación del pueblo en la cosa pública- tiene poco que ver con las elecciones sufragistas, no quisiera dejar de comentar algo sobre las próximas del 20 de noviembre. Y para ello, rescato y actualizo esta pequeña reflexión sobre la licitud del mal menor, a la luz de las enseñanzas magisteriales pontificias y episcopales:
¿Cuántos que hablan de mal menor saben que Juan Pablo II condenó el "error proporcionalista" de creer legítima la elección de cualquier mal sólo por tener enfrente a otro mayor? Cuando un partido defiende el aborto, cuando un partido aprueba la píldora del aborto libre, cuando un partido se carga a los objetores de conciencia frente a Educación para la Ciudadanía, y un largo etc (no hablo del PSOE), uno le podrá votar, sí, pero no podrá decir que lo hace "en conciencia".
En este sentido, me gustaría recordar la Nota que la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe emitió el pasado día 21 de diciembre de 2010, a propósito de algunas lecturas de "Luz del mundo". Pues bien, la Nota, además de recordar precisamente el peligro "proporcionalista" en la interpretación de la teoría del mal menor, recuerda por un lado que "no es lícito querer una acción que es mala por su objeto, aunque se trate de un mal menor". Cita en su apoyo la Encíclica Veritatis Splendor, que a su vez cita a Pablo VI en la Humanae Vitae. Y algunos alertarán de las barbaridades en ingeniería social del PSOE, obviando las subvenciones al aborto en comunidades como Madrid o Valencia. Pues bien, dice el Magisterio perenne de la Iglesia:
"En verdad, si es lícito alguna vez tolerar un mal menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande, hacer el mal para conseguir el bien no es lícito, (cf. Rm 3, 8)"
Nótese que dice "alguna vez tolerar", y no que "siempre" sea lícito tolerar, ni mucho menos dice que siempre sea lícito el mal menor. Al contrario, desde decir que "sería lícito en algún caso tolerar un mal menor" hasta "hay que querer el mal menor" hay una gran diferencia.
Y en todo caso, tenemos lo que dijo en el año 2002 la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en su Nota sobre el compromiso y la conducta de los católicos en la vida política:
"La conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con el propio voto o la aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral"
Para mayor aclaración todavía, el Papa Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis definió y concretó cuáles eran los principios que él denominó "no negociables":
"El respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas."
Y por terminar, que todavía he oído alguna objeción más a todo esto (si es que es posible), de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe:
El compromiso político a favor de un aspecto aislado de la doctrina social de la Iglesia no basta para satisfacer la responsabilidad de la búsqueda del bien común en su totalidad
Además,
"Cuando la acción política tiene que ver con principios morales que no admiten derogaciones, excepciones o compromiso alguno, es cuando el empeño de los católicos se hace más evidente y cargado de responsabilidad. Ante estas exigencias éticas fundamentales e irrenunciables, en efecto, los creyentes deben saber que está en juego la esencia del orden moral, que concierne al bien integral de la persona."Y más recientemente, en su habitual y calculadamente críptico lenguaje, la Conferencia Episcopal de España señalaba el pasado mes de octubre que:
En definitiva, el mal menor, que alguna vez puede ser tolerado, no vale siempre, y en todo caso, subordinado a la Ley Natural.3. No se podría hablar de decisiones políticas morales o inmorales, justas o injustas, si el criterio exclusivo o determinante para su calificación fuera el del éxito electoral o el del beneficio material. Esto supondría la subordinación del derecho al poder. Las decisiones políticas deben ser morales y justas, no sólo consensuadas o eficaces; por tanto, deben fundamentarse en la razón acorde con la naturaleza del ser humano. No es cierto que las disposiciones legales sean siempre morales y justas por el mero hecho de que emanen de organismos políticamente legítimos.
Quien tenga oídos para oír, que oiga, porque está muy claro ¿no?
7 comentarios:
Clarísimo, meridianamente claro, a lo mejor hasta deslumbrante y por eso retiran la vista.
Me temo que, no obstante estar tan claro, somos muy pocos, tal vez por lo que apuntas... Aunque ya sabes, 1+1 son 2, pero 1+1+Dios son Infinito.
El miércoles la segunda parte.
Abrazo!
pd.: el sábado iré al Cerro de los Ángeles (supongo que te pilla lejos, no?)
El sábado me estaré trasegando una sidra en Asturias, jeje. Pero siempre me acuerdo de vosotros y os tengo presentes al rezar. ¡Un abrazo!
Muy bueno el post.
Jaime: pues tampoco es mal plan, no jeje mientras encomiendes, eso es lo importante. Un abrazo!
Don Quijote: muchas gracias!
JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. La importancia capital de la crítica a la cristología de san Pablo, radica en que nos aporta los elementos de juicio necesarios para darnos cuenta el fatal error que cometió Pablo en sus epístolas al cercenar la naturaleza humana de Cristo; cegando a la humanidad de la posibilidad de alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta practicando el altruismo, el misticismo y el activismo social intensos; y de la urgente necesidad de corregir la doctrina de la Iglesia formulando un nuevo cristianismo que no omita sino que acentué la trascendencia humana de Cristo que es su cualidad espiritual más importante para la humanidad, a fin de que el cristianismo afronte con éxito los retos y amenazas del Islam, el judaísmo, las corrientes de la nueva Era y la modernidad. http://es.scribd.com/doc/73578720/CRITICA-A-LA-CRISTOLOGIA-DE-SAN-PABLO
Disculpe no le haya contestado antes, pero siendo sincero, ni jaque, ni mate, ni doctrina judaizante ni crítica válida a (casi) nada. Aún así, a modo de comentarios breves y concisos:
(1) me da que Ud. no conoce el Magisterio de la Iglesia, ni su Doctrina tradicional. (2) Un "nuevo" cristianismo no es cristianismo; (3)lo de "sociedad perfecta" es de un mesianismo burdo, como tantas y tantas utopías que han fracasado antes. Cuando no un pelagianismo enmascarado.
No obstante, reciba un afectuoso saludo
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