06 junio 2020

¡Que venga un Sócrates!

Si algo caracteriza a los tiempos modernos son los conceptos, acuñados dentro del sistema, de "deconstrucción" (Derrida) y "liquidez" al hablar de "sociedad líquida" (Bauman). El problema es que deconstruir un edificio no se puede hacer sin voladuras, ni deconstruir un cuerpo animal (o social) sin sangre. Tampoco parece muy claro que tras deconstruir se pueda producir algo vivo o con forma reconocible. Pero no les importa a sus adalides, porque la idea subyacente es la completa autodeterminación: "sé lo que en cada momento decidas ser", y eso aplicable a todo: al sexo, a las relaciones personales, al poder e incluso al derecho. Tan es así, que el propio pensamiento, la metafísica, hace años que entró en una fase de bloqueo por el cual cualquier razonamiento queda supeditado a la función apriorística que se le atribuya. Me explico mejor: lo que prima es la voluntad, una voluntad autodeterminada absolutamente, que se apoya en el razonamiento como medio, no ya de legitimación, sino de mera expresión en palabras de lo que se pretende. Por eso, en política, se es capaz de utilizar argumentos contradictorios ("no dormiría tranquilo formando gobierno con Pablo Iglesias" versus "con Pablo Iglesias formamos un gobierno de progreso"), en función de lo que se pretende en cada momento. Nadie se escandaliza de verdad ya (ejemplos en contrario también podríamos encontrar en la bancada contraria del Congreso de los Diputados), porque se entiende que primero es la voluntad, y después el razonamiento. 

Para algunos, lo que acabo de describir es la era de la "posverdad", lo cual me parece un eufemismo de mentira. Evidentemente, si lo que se pretende decir es que el binomio verdad-mentira ha quedado superado, y no hay verdad sino "verdades" ("mi verdad") que pueden oscilar en cada momento, lo que se está negando es la propia capacidad de la razón para reconocer una esencia en las cosas. De nada sirve muchas veces, pues, en esta época histórica, o con personas totalmente ideologizadas, discutir con categorías (perdonad el palabro) tomistas o aristotélicas, que si bien son necesarias son inoperantes, si antes no se habla en términos socráticos. En definitiva: que debemos defender que es posible comprender la verdad. Si antes no llegamos a este convencimiento con quien quiera que discutamos, todo será en balde. Avisados quedan.


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